Cuando yo tenía ocho años mi padre me cogió aparte y me dijo que me había apuntado a una academia de inglés. Ante mi protesta me propuso un trato: "vas a ir un mes, si después de ese tiempo no te gusta, te borro".
Pues hasta hoy, ¿no?.
La academia a la que me apuntó debía ser la única que por entonces había en Cartagena, no tenía nombre, pero todos la conocíamos como JUAN Y SERAFÍN. Serafín se encargaba de los peques, y los había realmente muy peques, y cuando él consideraba que estabas preparado te pasaban a Juan. Obviamente lo debí de pasar muy bien, pues no volví a protestar y recuerdo que las clases de Sera eran una auténtica delicia. Aprendí sin ser consciente en absoluto montones de canciones de las que les enseñan a los niños en las guarderías inglesas y hasta algunas del musical que estaba de moda en Londres en esa época, Oliver.
Las clases de Juan eran harina de otro costal. Con diez añitos recuerdo llegar un día a mi casa a la hora de comer (las clases eran diarias de 12.30 a 13.30) y dar el notición de que me habían pasado a Juan. ¡Qué orgullosos estaban mis padres! ¡Qué poco sabían de lo que de verdad se cocía en esas clases!.
Juan es un fenómeno de la naturaleza. Su energía vital ahora, a sus 86 años, es todavía alucinante. Sigue dando clase todos los días, pocas horas, pero sigue, aunque ya necesita la ayuda de Sera, porque no oye bien y ve muy mal.
Pero cuando me dio clase a mí era un huracán. Tenía una fuerza, una vitalidad y un mal carácter impresionante. Era muy exigente con sus alumnos y no voy a decir que nos trataba bien, porque mentiría, todo lo contrario. Nos decía de todo, nos insultaba, nos tiraba tizas o lo que tuviera a mano, en una palabra: acojonaba. En sus clases se palpaba la tensión desde el minuto uno. Desde que le oíamos llegar precedido por el inconfundible sonido del manojo de llaves que llevaba, ya estabamos firmes. Incluso antes de entrar ya te entraba el canguelo, cuando se corría la voz de que estaba pidiendo tareas. Teníamos que hacer una copia diaria y por supuesto la mitad no la hacíamos. Y aquí llega la famosa frase que cualquier alumno de Juan aprende la primera semana y ya no la olvida, a fuerza de repetirla hasta la saciedad: I must apologize for not having done my homework, debo disculparme por no haber hecho mis deberes.
Pero la bronca que te caía era del 15, daba igual que le soltaras la frase, más la que te podías llevar de rebote el resto de la hora. Total una tortura. A eso súmale que estábamos hacinados en su clase, sentados en sillas de anea o como mucho si llegabas pronto en sillas con pala. Los que llegaban tarde al suelo o incluso de píe. Recuerdo al pobre Oscar Yelo, en paz descanse, lo mal que lo pasaba porque medía casi dos metros y por supuesto no le cabían las piernas.
Pues con todo y con eso, casi todos sus ex alumnos lo recuerdan como las mejores clases de su vida. Es más, casi todos sus alumnos lo adoramos.
¿Por qué? Porque era y es inagotable, tenía y tiene tantas ganas de vivir y tanto por hacer que era imposible que no te contagiara. Porque decía las cosas como son, porque no toleraba la estupidez, (entiéndase por estupidez hacer el tonto y perder el tiempo) porque es como si necesitase dos vidas ya que con una no tenía bastante de todo lo que quería hacer, porque fue un auténtico visionario y un pionero. El primer vídeo y la primera antena parabólica que yo vi en mi vida fue en su clase, cuando se lo trajeron de Canarias y empezó a ponernos programas de la BBC y series como Fawlty Towers o Dick Turpin. Hasta entonces lo único que se enseñaba en inglés era "My tailor is rich".
Porque se atrevía a llevar él solo a más de 40 críos a Madrid en tren, en el correo, para que nos examináramos en la Escuela de Idiomas, cuando era la única escuela de idiomas que había en España y era jodidísimo aprobar.
Ahora sería inconcebible; ahora los críos no pueden ir ni al servicio solos, aparte de que los padres de entonces se fiaban plenamente, ni seguro de responsabilidad civil ni leches.
Por su generosidad sin límites, por todo lo que ha hecho por el asilo de ancianos de Cartagena, teniendo en cuenta que ni siquiera es de Cartagena.
Por cómo nos hacía memorizar los villancicos para cantárselos a los viejecitos o llevarles comida mucho antes de que aparecieran las ONGs.
Por su amor a la música; por cómo consiguió que los Beatles incluyeran las letras de sus canciones en los álbumes a fuerza de entrevistarse con el mismísimo John Lennon, con el que habló en Almería cuando estaba rodando una película.
Y cómo acabamos adorando a los Beatles sin darnos cuenta, pero no sólo a los Beatles, Juan estaba siempre a la última de lo que se cocía en Londres y nos hacía memorizar los éxitos más populares o el último musical de moda: Oliver, Les Miserables , Cats...
Por su manera tan particular de explicar la gramática inglesa; los verbos según él eran señoritos y los señoritos tienen criados que se lo hacen todo, así que los verbos para pasar a pasado llamaban al señorito que era el DID y claro, ellos se quedaban como estaban, esto es, en INFINITIVO. Tardé años en aprender que DO, DOES o DID eran en realidad auxiliares, siempre serán los criados para mí, pero mis alumnos no lo pillan.
Los verbos modales o defectivos eran LOS VERBOS DE LA TORRE, nos dibujaba una torre en la pizarra y la llenaba de ventanas y en cada ventana escribía un modal: CAN, MUST, MAY.... y nos decía que todos los de la torre eran verbos diferentes con características especiales que nos hacía memorizar...y así podría estar enumerando horas, pero no quiero aburriros, aunque seguro que la mitad ya habéis dejado de leer.
Todo este rollo que os estoy soltando hoy viene porque el sábado le hicieron un homenaje a Juan sus antiguos alumnos. Fue en el Club de Regatas y yo me enteré de chiripa (gracias Marian), puesto que se había organizado a través de Facebook y ya sabéis lo que opino de la plaza del pueblo virtual. Se ha creado un grupo de ex-alumnos y alumnos de Juan Carrión (Juan y Serafín), y todo el que quiera puede unirse. Fue una sorpresa para él, le dijeron que iba a cenar con tres ex alumnos y cuando llegó nos encontró a todos (treinta o cuarenta personas de varias generaciones) con una pancarta enorme donde se leía el famoso I MUST APOLOGIZE... Como tardaba en llegar tuvimos tiempo de ensayar la famosa frase para gritársela todos a una. Pues no creáis que se quedó cortado ni nada, no señor, genio y figura, nos tiró la chaqueta que llevaba en la mano,jajaja.
El motivo principal era aparte de una vez más demostrarle nuestro cariño, presentar un trailer del documental que uno de sus antiguos alumnos, que ahora es director de cine, le está dedicando. Sólo vimos 15 minutos que han estado rodando en alguno de los sitios donde vivió, Londres, Oxford, Cádiz, Canarias, Ibiza, Madrid y por supuesto Cartagena. Su vida es fascinante y su memoria sigue siendo prodigiosa, así que Antonio Conesa tiene material para dar y regalar.
También le hicimos entrega de una clave de sol con una inscripción dándole las gracias por todo lo que nos ha transmitido.
Yo quería saber quién lo organizaba para darle también las gracias y decirle que yo era un "producto típico de Juan" pues acabé siendo profe de inglés, casada con un inglés y seguía loca por la música. Rosa, que así se llama la artífice del evento, me pidió que hablara en público y se lo dijera personalmente, y pensé que no iba a poder por la emoción, pero me lancé y ahora me alegro muchííísimo de haberlo hecho.
THANK YOU JUAN!!!
Suzy
Pues hasta hoy, ¿no?.
La academia a la que me apuntó debía ser la única que por entonces había en Cartagena, no tenía nombre, pero todos la conocíamos como JUAN Y SERAFÍN. Serafín se encargaba de los peques, y los había realmente muy peques, y cuando él consideraba que estabas preparado te pasaban a Juan. Obviamente lo debí de pasar muy bien, pues no volví a protestar y recuerdo que las clases de Sera eran una auténtica delicia. Aprendí sin ser consciente en absoluto montones de canciones de las que les enseñan a los niños en las guarderías inglesas y hasta algunas del musical que estaba de moda en Londres en esa época, Oliver.
Las clases de Juan eran harina de otro costal. Con diez añitos recuerdo llegar un día a mi casa a la hora de comer (las clases eran diarias de 12.30 a 13.30) y dar el notición de que me habían pasado a Juan. ¡Qué orgullosos estaban mis padres! ¡Qué poco sabían de lo que de verdad se cocía en esas clases!.
Juan es un fenómeno de la naturaleza. Su energía vital ahora, a sus 86 años, es todavía alucinante. Sigue dando clase todos los días, pocas horas, pero sigue, aunque ya necesita la ayuda de Sera, porque no oye bien y ve muy mal.
Pero cuando me dio clase a mí era un huracán. Tenía una fuerza, una vitalidad y un mal carácter impresionante. Era muy exigente con sus alumnos y no voy a decir que nos trataba bien, porque mentiría, todo lo contrario. Nos decía de todo, nos insultaba, nos tiraba tizas o lo que tuviera a mano, en una palabra: acojonaba. En sus clases se palpaba la tensión desde el minuto uno. Desde que le oíamos llegar precedido por el inconfundible sonido del manojo de llaves que llevaba, ya estabamos firmes. Incluso antes de entrar ya te entraba el canguelo, cuando se corría la voz de que estaba pidiendo tareas. Teníamos que hacer una copia diaria y por supuesto la mitad no la hacíamos. Y aquí llega la famosa frase que cualquier alumno de Juan aprende la primera semana y ya no la olvida, a fuerza de repetirla hasta la saciedad: I must apologize for not having done my homework, debo disculparme por no haber hecho mis deberes.
Pero la bronca que te caía era del 15, daba igual que le soltaras la frase, más la que te podías llevar de rebote el resto de la hora. Total una tortura. A eso súmale que estábamos hacinados en su clase, sentados en sillas de anea o como mucho si llegabas pronto en sillas con pala. Los que llegaban tarde al suelo o incluso de píe. Recuerdo al pobre Oscar Yelo, en paz descanse, lo mal que lo pasaba porque medía casi dos metros y por supuesto no le cabían las piernas.
Pues con todo y con eso, casi todos sus ex alumnos lo recuerdan como las mejores clases de su vida. Es más, casi todos sus alumnos lo adoramos.
¿Por qué? Porque era y es inagotable, tenía y tiene tantas ganas de vivir y tanto por hacer que era imposible que no te contagiara. Porque decía las cosas como son, porque no toleraba la estupidez, (entiéndase por estupidez hacer el tonto y perder el tiempo) porque es como si necesitase dos vidas ya que con una no tenía bastante de todo lo que quería hacer, porque fue un auténtico visionario y un pionero. El primer vídeo y la primera antena parabólica que yo vi en mi vida fue en su clase, cuando se lo trajeron de Canarias y empezó a ponernos programas de la BBC y series como Fawlty Towers o Dick Turpin. Hasta entonces lo único que se enseñaba en inglés era "My tailor is rich".
Porque se atrevía a llevar él solo a más de 40 críos a Madrid en tren, en el correo, para que nos examináramos en la Escuela de Idiomas, cuando era la única escuela de idiomas que había en España y era jodidísimo aprobar.
Ahora sería inconcebible; ahora los críos no pueden ir ni al servicio solos, aparte de que los padres de entonces se fiaban plenamente, ni seguro de responsabilidad civil ni leches.
Por su generosidad sin límites, por todo lo que ha hecho por el asilo de ancianos de Cartagena, teniendo en cuenta que ni siquiera es de Cartagena.
Por cómo nos hacía memorizar los villancicos para cantárselos a los viejecitos o llevarles comida mucho antes de que aparecieran las ONGs.
Por su amor a la música; por cómo consiguió que los Beatles incluyeran las letras de sus canciones en los álbumes a fuerza de entrevistarse con el mismísimo John Lennon, con el que habló en Almería cuando estaba rodando una película.
Y cómo acabamos adorando a los Beatles sin darnos cuenta, pero no sólo a los Beatles, Juan estaba siempre a la última de lo que se cocía en Londres y nos hacía memorizar los éxitos más populares o el último musical de moda: Oliver, Les Miserables , Cats...
Por su manera tan particular de explicar la gramática inglesa; los verbos según él eran señoritos y los señoritos tienen criados que se lo hacen todo, así que los verbos para pasar a pasado llamaban al señorito que era el DID y claro, ellos se quedaban como estaban, esto es, en INFINITIVO. Tardé años en aprender que DO, DOES o DID eran en realidad auxiliares, siempre serán los criados para mí, pero mis alumnos no lo pillan.
Los verbos modales o defectivos eran LOS VERBOS DE LA TORRE, nos dibujaba una torre en la pizarra y la llenaba de ventanas y en cada ventana escribía un modal: CAN, MUST, MAY.... y nos decía que todos los de la torre eran verbos diferentes con características especiales que nos hacía memorizar...y así podría estar enumerando horas, pero no quiero aburriros, aunque seguro que la mitad ya habéis dejado de leer.
Todo este rollo que os estoy soltando hoy viene porque el sábado le hicieron un homenaje a Juan sus antiguos alumnos. Fue en el Club de Regatas y yo me enteré de chiripa (gracias Marian), puesto que se había organizado a través de Facebook y ya sabéis lo que opino de la plaza del pueblo virtual. Se ha creado un grupo de ex-alumnos y alumnos de Juan Carrión (Juan y Serafín), y todo el que quiera puede unirse. Fue una sorpresa para él, le dijeron que iba a cenar con tres ex alumnos y cuando llegó nos encontró a todos (treinta o cuarenta personas de varias generaciones) con una pancarta enorme donde se leía el famoso I MUST APOLOGIZE... Como tardaba en llegar tuvimos tiempo de ensayar la famosa frase para gritársela todos a una. Pues no creáis que se quedó cortado ni nada, no señor, genio y figura, nos tiró la chaqueta que llevaba en la mano,jajaja.
El motivo principal era aparte de una vez más demostrarle nuestro cariño, presentar un trailer del documental que uno de sus antiguos alumnos, que ahora es director de cine, le está dedicando. Sólo vimos 15 minutos que han estado rodando en alguno de los sitios donde vivió, Londres, Oxford, Cádiz, Canarias, Ibiza, Madrid y por supuesto Cartagena. Su vida es fascinante y su memoria sigue siendo prodigiosa, así que Antonio Conesa tiene material para dar y regalar.
También le hicimos entrega de una clave de sol con una inscripción dándole las gracias por todo lo que nos ha transmitido.
Yo quería saber quién lo organizaba para darle también las gracias y decirle que yo era un "producto típico de Juan" pues acabé siendo profe de inglés, casada con un inglés y seguía loca por la música. Rosa, que así se llama la artífice del evento, me pidió que hablara en público y se lo dijera personalmente, y pensé que no iba a poder por la emoción, pero me lancé y ahora me alegro muchííísimo de haberlo hecho.
THANK YOU JUAN!!!
Suzy