viernes, 23 de julio de 2010

LISBOA

Viernes 9 de julio 2010

Salimos en dirección Mérida y en seguida estamos en la carretera que nos llevará hasta Portugal. Atravesamos dehesas donde los toros pastan mansamente mientras las cigüeñas descansan en sus "chalets" en todos y cada uno de los postes y torres del tendido eléctrico. ¡Nunca había visto tantas! Me llama la atención cómo dejan los troncos de los alcornoques, desprovistos del corcho durante kilómetros y kilómetros, tanto aquí como en Portugal.
Es mi primera visita al país vecino, me da un poco de vergüenza decirlo; Gary estuvo en Lisboa hace más de 20 años, así que lo recuerda vagamente. Tenemos una reserva en el Hotel Avenida Palace que está en Rua 1 de Dezembro justo en el extremo suroeste de la Praça Dos Restauradores.
No se puede hablar de Lisboa sin hablar del terremoto de 1755 en que se derrumbaron más de 20 iglesias, mientras la parte baja de la ciudad quedaba inundada por olas gigantes provenientes del Tajo. La reconstrucción corrió a cargo del Marqués de Pombal y fue rápida y efectiva. La Lisboa actual conserva bastantes huellas del terremoto y el citado Marqués es omnipresente en toda la ciudad por razones obvias.
Para localizar el hotel Gary se sirvió de su olfato de navegante y por supuesto lo clavó. Sólo tuvimos que preguntar una vez. La temperatura es de 30º, pero son las 3 de la tarde, así que nada que ver con el infierno que hemos dejado atrás.
Salimos a comer siguiendo la recomendación de mi tío Juan Diego que conoce muy bien la ciudad. Nos recomendó una cervecería que era una antigua iglesia y tiene las mesas en el refectorio y en la nave en que se celebraba el culto, así como en el lugar del púlpito, la sacristía, el claustro etc. ¡Muy curioso! Está en el Barrio Alto en la Rua da Trindade, la cervecería lleva el mismo nombre, "Trindade". El conserje del hotel nos aconsejó que cogiéramos un "ascensor" (que en realidad era un tranvía) y nos dijo que lo teníamos a 10 minutos.
Nos pegamos nuestra primera mariscada por un precio estupendo: 80 euros. De postre no pude resistir la tentación de pedir "Tarta de queijo á moda dos inglesinhos" cuya definición era: "clásica receta de cheesecake de la Abadía de Canterbury".Y era eso precisamente, cheesecake, pero el nombre era tan encantador...Bajamos por la Calzada do Carmo (esto es la calle del Carmen) y nos dimos una muy merecida siesta.
Por la tarde nos dedicamos a callejear y ver lo céntrico que está el hotel. Estamos junto a la Estación do Rossio y por ende al lado de la Praça do Rossio que es como la Puerta del Sol de Lisboa.
Bajando por la Rua Augusta, que es una cosa así como las Ramblas de BCN pero más pequeña, llegamos al Arco de Triunfo que da entrada a la impresionante Praça do Comércio. Enorme espacio abierto al Tajo en todo su esplendor que fue durante más de 400 años el Palacio Real. El terremoto destruyó tanto el palacio como la biblioteca; la reconstrucción de Pombal hizo que la plaza se convirtiera en la pieza emblemática de todo el proyecto. Ha sufrido algunas transformaciones después, pero en la actualidad ha sido recuperada para los peatones, y se celebran en ella festivales y demás eventos.
Volvemos por Rua Áurea que va paralela a Rua Augusta y llegamos al Elevador de Santa Justa. No es un ascensor cualquiera, fue construido por un discípulo de Eiffel hace 108 años, y se supone que las vistas merecerán la pena. Hay que hacer cola durante unos 20 min. y cuesta 2.90. Nos deja justo en el Convento do Carmo (bueno lo que queda de él) de nuevo en el Barrio Alto y efectivamente, las vistas merecen la pena. Aprovechando que volvemos a estar en el Barrio Alto nos disponemos a buscar otro restaurante que nos recomendó Juan Diego. Esta vez se trata de "Bota Alta", cuando por fin damos con él está petado pues es muy pequeño. Nos da igual, el barrio entero está plagado de restaurantes. Los hay para todos los gustos, aunque el toque bohemio en plan parisino es común a todos. El barrio no puede ser más decadente (en el buen sentido) y multicultural. Finalmente elegimos uno pequeñísimo con un aspecto de lo más romántico. La cena fue un acierto y el precio de risa: 30 euros. Paseo de vuelta al hotel atravesando el Chiado y pasando por la Rua Garret para ver el café "A Brasileira" de los años veinte, uno de los sitios favoritos de Pessoa y demás intelectuales.
No está nada mal para ser el primer día. Mañana más. :)

Suzy




















jueves, 22 de julio de 2010

SEVILLA. JULIO 2010

Sevilla, 8 de julio 2010

"No estamos locos, sabemos lo que queremos". No nos vamos a suicidar yendo a Sevilla en plena alerta roja, ¡no! Queremos estar en Lisboa el día 9 y la vía más rápida es haciendo escala en Sevilla. Lo justo para descansar refugiados en el aire acondicionado del Hotel Alfonso XIII y soportar de ese modo las altísimas temperaturas. El hotel es un oasis a orillas del Guadalquivir, diseñado en el primer cuarto del siglo XX con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929. De estilo neomudéjar, se trata de un edificio de gran belleza por dentro y por fuera que fue utilizado por David Lean para rodar algunas de las secuencias de la mítica "Lawrence de Arabia". Por supuesto me despaché haciendo fotos que podréis ver más abajo.
A las 9 nos aventuramos a salir, ¡32º! ¡qué pasada!, imaginamos que la jornada ha sido fuerte. Aunque el aire todavía quema se puede pasear y ver la puesta de sol desde el puente de San Telmo.
¡Qué rabia que haga tanto calor!, porque hay que reconocer que Sevilla es una de las ciudades más bonitas del mundo. En fin, ya que estamos no vamos a desaprovechar la ocasión de cenar pescaito frito a orillas del río. No hay nada más típico ni más auténtico que la calle Betis y en ella el Kiosco de las Flores. La relación calidad-precio es incomparable al igual que el marco, justo en frente de la Torre del Oro. Sólo por eso merece la pena pasar el calor que hemos pasado. A las 12 sigue el termómetro en 30º, nos retiramos para madrugar mañana y que no nos pille todo el calor en la carretera.

Suzy