lunes, 18 de abril de 2011

INCIENSO Y CLAVELES

Hola de nuevo, ¡por fin de vacaciones! No paro de encontrarme con gente que se sorprende de verme aquí, jeje, "¿cómo qué no estás en Inglaterra?" "¿pero no te has ido?" ¡¡pues no!! voy a aprovechar para reivindicar mi derecho a no hacer maletas y a no tener que depender de los caprichos de los controladores de vuelo y demás calaña.
Pero no sólo eso, voy a aprovechar para homenajear a mi tierra en la época del año en que mejor está. Semana Santa en Cartagena es mucho. Mucho más que procesiones y turistas asombrados. Es ver la ciudad viva, con gente a todas horas y los bares a reventar. Es mucho más que los críos peleándose por un caramelo. Es reencontrarse con la familia y con amigos que procuran año tras año no perderse la salida de San Juan en el Parque de Artillería o la de San Pedro en el Arsenal. Es tener que hacer cola para conseguir un chocolate con churros (sin el cual no se puede acabar la procesión) o un asiático que saben mejor que nunca por ser Semana Santa, jeje.
Es quedar con los colegas en el bar Sol para tomarse las que haga falta mientras dure la procesión del Miércoles o la del Viernes. Es intentar ver El Encuentro el Jueves aunque haya que aguantar hasta las tantas. Es volver a quedar en Santa María para cantarle la Salve a la Virgen en la recogida seas cali o marra. Es visitar la iglesia de Santa María por la mañana para ver cómo preparan los tronos.
Y ese olor a claveles y a incienso... me encanta. Lo siento pero no lo puedo evitar. Si te sacan en la prcesión con cuatro añitos y empiezan a enseñarte todo eso te quedas pillado para toda la vida. La infancia no entiende de política ni de religiones. Da igual que ahora no me crea nada, cuando oigo a los romanos (que aquí les llamamos judíos) tocando con el pífano el Perico Pelao vuelvo a tener cinco años.
Suzy