lunes, 13 de septiembre de 2021

SAN SEBASTIÁN. LA BELLA EASO

 El martes 27 de julio salimos de las bodegas Bai Gorri derechos hacia San Sebastián. En seguida empezó a cambiar el paisaje y pasamos de los interminables campos de vides a unas montañas mucho más altas, rebosantes de árboles y salpicadas por los caseríos típicos vascos. La carretera se hizo mucho más estrecha y la conducción se volvió más estresante. Para entrar en San Sebastián hay que atravesar una especie de cuello de botella que son los Montes Vascos y el tráfico es infernal. Encontrar el hotel no es cosa fácil si no has estado nunca en la ciudad, pero afortunadamente Gary se orienta muy bien y no falla. Yo seguro que aparezco en Irún. Otra cosa es aparcar, eso ya no está tan fácil. Pero dimos con un parking que estaba a una calle del hotel y donde milagrosamente quedaba un hueco. Pero de chiripa, ojo. Gracias a eso y a 44€ tuvimos el coche guardado los dos días. Nuestro hotel, el Hostal La Bahía, estaba a dos calles de la Playa de La Concha, vamos que estábamos en todo el centro, de ahí que fuera tan complicado lo del aparcamiento. Nada más dejar las maletas salimos como posesos a buscar la playa y de paso a ver si comíamos algo, puesto que estábamos a punto de desfallecer. Bueno, mira que he visto veces la playa de La Concha en la tele y en el cine, pero, madre mía, ¡qué preciosidad! Es un espectáculo. Dimos un paseo cortito buscando una terraza y bingo, nos fuímos a sentar en la terraza del mítico Hotel Londres, aunque en ese momento no sabíamos que era tan mítico. Sólo sabíamos que teníamos mucha hambre y que tenía muy buena pinta, y por supuesto, nos levantaron en peso. Una ensaladilla, 3 croquetitas, una ensalada de tomate con ventresca, unos calamares, una caña y agua 62€. No está mal, jajaja. No obstante, nos supo a gloria, jeje.

Habíamos quedado para ver a Totxe, que es un amigo de mi tío Juan Diego de toda la vida y que al ser de allí nos iba a hacer de cicerone. Entre el Covid y demás hacía por lo menos tres o cuatro años que no lo veíamos, porque él solía venir mucho a Cartagena, pero ya digo que ultimamente solo hablábamos por teléfono. Quedamos con él después de descansar un poco, claro. Siendo lugareño se aseguró con tiempo para hacer las reservas de los sitios a los que quería llevarnos, ya que las restricciones de aforo por la pandemia lo pone difícil. Esa primera noche reservó en "La Espiga", que es un restaurante de toda la vida y además conoce mucho al dueño. Pero antes quería enseñarnos la "ruta de los puentes", que por si no fuera bastante bonita la playa de La Concha resulta que también tiene río, el Urumea, vamos que la ciudad tiene de todo; montes, playas, río y edificios impresionantes. Una pasada. Vimos los edificios más representativos; el Ayuntamiento, que en su día fue casino y se hizo inspirándose en el Casino de Móntecarlo; vimos el Teatro Victoria Eugenia, donde se solía hacer el Festival de Cine y que es una maravilla comparado con la mierda (con perdón) de El Kursal donde se hace ahora, que es horroroso, horroroso. Vimos el famosísimo Hotel María Cristina, donde se alojan las celebrities cuando asisten al Festival y que sólo vale 500€ la noche, jajajja. Y vimos el precioso puente que lleva también su nombre, Mª Cristina, en honor una vez más a la madre de Alfonso XIII,  ya que le encantaba veranear aquí y se preocupó bastante por la ciudad. De ahí y con la boca abierta ante tanta belleza seguimos hasta la Catedral, que la vimos por fuera, y seguimos callejeando hasta la hora que teníamos reservada para cenar. En "La Espiga" probamos el txangurro que es un cangrejo al que le sacan toda la carne y la cocinan con coñac y otras delicias, que estaba muy bueno. Es un plato muy laborioso y claro lo cobran bien. También pedimos antxoas fritas que son nuestros boquerones y por supuesto estaban riquísimas además de unas albondigas y un panache. Nos dimos un buen homenaje. No fue barato (108€), pero mereció la pena:) Después de cenar nos volvimos paseando tranquilamente al hotel porque estábamos reventados de todo el día. Otro día perfecto. 

Al día siguiente habíamos quedado de nuevo con Totxe para que nos enseñara la parte antigua, la Parte Vieja que es como la llaman. Luego íbamos a comer en otro sitio típico cerca de la Catedral para probar los inevitables pintxos. Empezamos yendo al puerto para verlo bien y de paso entrar al Museo Marítimo que la verdad nos dejo un poco fríos. De ahí ya en la Parte Vieja, visitamos la Basílica de Nuestra Sra. del Coro, de estilo barroco que no estaba mal. La Virgen del Coro que, por cierto, es como si fuera de juguete, de lo pequeñita que es. Está ubicada en un cruce de calles y se puede ver la Catedral desde la misma. Las calles son 31 de agosto y Mayor.  Se llama 31 de agosto porque ese día, el 31 de agosto de 1813, las tropas francesas incendiaron la ciudad. Siguiendo por esa misma calle llegamos a la Iglesia de San Vicente y nos quedamos boquiabiertos. Es el edificio más antiguo de la ciudad (1574) y aunque por fuera no impresiona mucho, por dentro es una maravilla del gótico tardío. Un precioso ejemplo con sus rosetones, sus arcos ojivales, la bóveda de crucería o los arbotantes. La Catedral del Buen Pastor, por contra, es neogótica y sólo merece la pena verla por fuera. Embelesados con tanta belleza seguimos disfrutando de la Parte Vieja por el Bulevar hasta la Catedral y justo detrás está "Casa Vallés", que es donde teníamos la reserva. Aquí fue donde probamos la famosa tortilla de bacalao, que estaba exquisita. Comer de pintxos no es como comer de tapas, no señor, es bastante más caro, pero están buenísimos, eso sí. Entre los muchos que hay probamos la gilda, que viene a ser bonito con antxoas y guindilla y se llama como la peli porque se popularizó el mismo año de su estreno. La tortilla de bacalao es de lo mejor, sin duda. Después de tan suculenta comida Gary y Pablo se fueron al hotel a descansar un poco y Sofía y yo nos quedamos un ratito más con Totxe para volver a ver bien la ruta de los puentes, tomar unas fotos y de paso probar el Gateau Basque, pastel vasco que mi tío Juan Diego nos había insistido en que probáramos sin falta. Esta vez fuimos por la otra orilla del río y pudimos ver mejor "las villitas" como las llama Totxe, jajaja. Pedazo de mansiones a la orilla del río que quitan el aliento. En eso llegamos al Kursal para verlo bien, que lo habíamos ignorado el primer día y cuando llegamos hasta allí nos llevamos una sorpresa, pues no sabíamos que detrás había otra playa. La Playa de La Zurriola, playa perfecta para los surfistas, puesto que al no estar al abrigo de la bahía sino a mar abierto, las olas son espectaculares. Vamos, que entre las tres playas (La Concha, Ondarreta, que es la pequeña que está a continuación y La Zurriola), los tres montes (Igueldo, Urgull y Ulía) y el río Urumea, esta ciudad se sale:)  

Nos compramos los pasteles en una confitería del Bulevar y nos los tomamos mirando al mar sentados en un banco cerca del Club Naútico. Y de ahí al hotel a descansar un poco. Yo sabía que mi amiga María José Villarroya y su marido Francisco estaban también en San Sebastían esa semana, porque su hijo está estudiando ahí. De modo que decidimos quedar para tomarnos un café en el mismísmo Café La Concha, en su terraza con el marco incomparable de fondo. Gary también vino puesto que también los conoce y quería aprovechar para hablar con María José sobre su libro, el de Gary jajaja. Gary acaba de publicar su primera novela, COAST TO COAST, A HIPPIE ODISSEY, que ya está disponible en Amazon, (un poco de autobombo, jeje) y sabe del buen criterio de mi amiga en cuestiones literarias. Nos tomamos un café muy a gusto en la terraza y nos hizo mucha ilusión verlos.  

Nos quedaba cenar por última vez con Totxe, que esta vez había reservado en el barrio El Antiguo que está al otro lado de la Playa de la Concha, pasado la Playa de Ondarreta. Él quería que antes de cenar fuéramos a ver el inevitable Peine de los Vientos de Chillida, que está justo al final de esa playa. Gary prefirió esperarnos al principio de la playa y ahorrarse la última caminata. Así que se quedó tranquilamente en un banco esperándonos. A mí me daba un poco igual, pero ya que estábamos, pues seguimos caminando. La verdad es que la bahía es tan bonita que el paseo se hace muy agradable y así ves la ciudad desde otra perspectiva. Tengo que confesar que de verlo en fotos a vértelo delante cambia mucho. Como en esa parte de la playa el mar golpea las rocas con todo su poder, el espectáculo está asegurado. Además, lo mejor son los orificios en las rocas por donde se cuela el viento con una fuerza increíble después de estrellarse las olas contra ellas. La gente que ya lo sabe se pone encima de los agujeros y el viento casi los levanta. Había un grupo de críos disfrutando de lo lindo de ver cómo se les subía el pelo, las camisetas o se le volaban las mascarillas. La verdad es que es un espectáculo de la naturaleza que no me esperaba para nada. Después de hacer las fotos de rigor a las esculturas y a los críos, nos desandamos lo andado para recoger a Gary e irnos al restaurante. El barrio Antiguo está en una zona más modesta que la de La Concha. El restaurante se llamaba "Sukalde" y aunque Totxe no había estado personalmente lo conocía por su hermana que se lo había recomendado. Cenamos muy bien y fue el más barato de todos, supongo que por salir un poco de la zona del turisteo y el centro. A destacar los pimientos rellenos de rabo o el brick de verduras. Muy rico. Salimos los cinco por 66€, así que muy bien. A la salida y de vuelta al hotel nos llevamos una sorpresa. Vimos las Playas de La Concha y Ondarreta iluminadas y nos volvimos locos con las fotos. ¡Qué preciosidad! Espectacular. Después de hacer quinientas fotos llegamos al hotel y tuvimos que despedirnos de Totxe con el corazón partío. Nos habría gustado estar más días, pero en fin. Esperemos que pueda bajar al sur pronto y nos volvamos a ver. Muchísimas gracias por todo. Te queremos.

San Sebastián nos ha cautivado y ha pasado a nuestra lista de favoritas. Es una ciudad con  tanta diversidad de ofertas que abruma. Ofertas desde el punto de vista artístico, cultural, gastronómico, deportivo... es apabullante. La gente es educada, amable y muy guapa, jaja, es otro nivel. De verdad, la única pega que tiene es que está muy lejos. Por lo demás es maravillosa. Eskerrik asko. Agur.

Suzy



                                     



                                      


                                      




                                      


                                     

                                              

                                      


                                       

                                     





                                     

                                     


                                      

                                     

                                     

                                     

                                     

                                      


 

miércoles, 8 de septiembre de 2021

RIOJA ALAVESA. BODEGAS BAI GORRI

 Después de desayunar de lujo con las súper vistas del Hotel Marixa cargamos el coche y de nuevo a la carretera. Teníamos la cita para visitar las BODEGAS BAI GORRI a las 10:30. Tengo que decir que esta visita era uno de los puntos álgidos del viaje, el otro era Donostia. Gary es amigo personal del dueño, Pedro Martínez, le dio clase muchos años y había visitado la zona y las instalaciones en repetidas ocasiones. Pero nosotros no las conocíamos, así que él estaba muy interesado en enseñárnoslas. A mí me apetecía bastante, porque todo lo que sea ver cómo se hacen las cosas por dentro me encanta, cambia mucho la perspectiva cuando ves el proceso de elaboración de algo. Pero lo que no me esperaba era que me gustara tanto. Flipé en colores que se dice vulgarmente. Una auténtica pasada la verdad. El diseño de las bodegas es muy innovador pues están hechas de manera que el vino se va haciendo con la ayuda de la fuerza de la gravedad para sacarle el mayor partido y que se haga de la manera más natural posible. El edificio consta de 7 plantas y nos enseñaron lo que se va haciendo en cada una de ellas, todo el proceso que es en realidad muy artesanal y muy cuidadoso. Yo no tengo ni idea de vinos, salvo que sé los que me gustan y poco más. Sabía que un vino no es sólo un vino sino que hay detrás mucho trabajo, pero no me podía imaginar que fuera tanto. Me vi a mí misma preguntando mogollón de cosas que hasta ese momento nunca se me había ocurrido pensar en por qué eran cómo eran. La chica que nos hizo de guía era muy didáctica, nos lo explicó todo con pelos y señales y ahora cuando veo un vaso de vino ya no puedo evitar pensar en todo ese proceso, ahora entiendo que sea casi una religión para mucha gente. Menos la planta baja que es la del embotellado, visitamos las otras 6 y después pasamos a la sala de catas donde nos enseñó a degustar 3 tipos distintos de los vinos Premium que tiene ahora Bai Gorri. Eso fue lo mejor, lo de ver los diferentes tonos de color del vino, lo de olerlo y cómo olerlo y por último probarlo. Muy muy chulo. Mis hijos y yo alucinando y Gary disfrutando un montón de vernos tan interesados y tan motivados, jajaja. Salimos de allí encantados. Con esto dábamos por terminado nuestro paso por La Rioja, una visita que definitivamente nos había enriquecido en muchos aspectos y que nos sentó de maravilla. :)

Suzy







                           

                           





                                       












martes, 7 de septiembre de 2021

AL NORTE. LA RIOJA

Hola a todos después de dos años. Mucho tiempo la verdad, pero nadie se podía imaginar que nos iba a cambiar la vida como nos ha cambiado. Desde julio de 2019 hasta ahora hemos aprendido a vivir con mascarilla y con un bicho que ha venido a quedarse y que sigue causando estragos. Era todo demasiado intenso y demasiado triste como para ponerme yo a contar mis historias por aquí. Sin embargo, este verano y gracias a las vacunas hemos recuperado un poquito de normalidad y nos hemos atrevido a viajar al norte, en este caso de España, que es precioso y lo tenemos intacto en mi familia.

La Rioja y San Sebastián fueron los destinos seleccionados y aunque solo sea una pequeña aproximación, pues ambas comunidades/ciudad tienen mucho que ver, nos hicimos una muy buena idea de lo que molan. Viaje familiar en coche, a la antigua usanza, cambiando el Seat 124 por un Golf de 13 años, jeje.

Salimos el domingo 25 de julio a las 6 y media de la mañana en dirección a Soria. Nada más pasar Albacete ya notas el cambio de paisaje y la diferencia de temperatura. Campos inmensos de girasoles vigilados por el toro de Osborne. La elección de salir un domingo tan temprano fue decisiva para pasar Madrid sin complicaciones. Como íbamos tan bien de tiempo pasamos de Soria y nos apuramos hasta entrar en La Rioja para comer. Así que casi sin darnos cuenta estábamos en la Sierra de la Cebollera y a la primera señal de un sitio para comer no lo dudamos y acertamos plenamente. El paraje no podía ser más idílico, con arroyo y ermita incluido. Qué diferencia con el paisaje del sur, las casas de ladrillo marrón y tejas rojas, la vegetación tan abundante, los montes tan escarpados y sobre todo la temperatura. La temperatura era la razón principal para escapar al norte después de no sé cuántas noches tropicales pegajosas. El restaurante en cuestión, la Venta de Piqueras debe de ser muy conocido en la zona porque estaba lleno. Llegamos justo a tiempo, gracias a que era temprano, de que nos dieran mesa, yendo como íbamos sin reserva. Insisto en que debe ser un sitio muy típico para ir a comer los domingos, muy familiar. Probamos las patatas a la riojana y la verdad no nos entusiasmaron mucho. Lo demás, menestra, chuletitas de cordero, postre y bebida por 16€ pues, estuvo bien. Al terminar de pagar el sitio ya estaba abarrotado, justo a tiempo. Con el ánimo de estirar las piernas un poco antes de volver a meternos otra  paliza de coche nos dispusimos a explorar un poco la zona, así que cogimos un sendero que salía de la ermita y ahí nos fuímos monte arriba hasta que nos cansamos. Al volver al coche visitamos un centro que hay dedicado a la historia de la trashumancia que es bastante importante en esa zona. Muy interesante todo lo que tiene que ver con la vida de los pastores, sus costumbres, sus rutas, sus construcciones.  Ahora sí de vuelta al coche antes de que el pobre Gary toque techo y no pueda seguir conduciendo. Que podría conducir yo, la verdad, pero mi sentido de la orientación deja muchísimo que desear y no sé si seguiriamos estancados en alguna salida de Madrid.

Así llegamos a NÁJERA más o menos a las seis de la tarde, casi doce horas desde que salimos de Cartagena. Nada mal. Nájera es una ciudad pequeña que está en pleno corazón del Camino de Santiago y que en su día fue cabecera del Reino de Navarra. Ya estábamos donde queríamos estar, en la Cuna del Castellano. La ciudad nos sorprendió muy gratamente. Tiene un importante patrimonio artístico, siendo el Monasterio de Santa María La Real la joya del mismo. El edificio actual es del gótico tardío, del siglo XV y principios del XVI, aunque el origen del mismo data de 1052. El Claustro de los Caballeros, el Retablo Mayor, el sepulcro de Doña Blanca de Navarra y el Coro son una auténtica maravilla. Es bastante curioso la localización del mismo, puesto que está erigido a la entrada de una cueva en la falda del monte en la parte histórica de la ciudad. Según la leyenda en el año 1044, Don García estaba cazando con su halcón, que persiguiendo a una perdiz se metió en la cueva. Al entrar Don García en la cueva para recuperar al halcón se encontró a la virgen al lado de una campana,  una linterna y un jarrón con azucenas. Este "asombroso" hallazgo marcó de tal manera al rey que decidió fundar un hospital y un albergue para  peregrinos. La talla de la virgen es del siglo XIII y la campana, la linterna y el jarrón con las azucenas siguen ahí. Por cierto que a Sofía se le apagó la luz justo en el momento en que vio a la virgen,  con el consabido susto y por supuesto, salió por piernas de la cueva. Pero todo eso lo vimos el lunes 26 por la mañana. El domingo por la tarde cuando por fin llegamos al hotel nos cambíamos y nos fuímos a dar una vuelta por la ciudad y ya quedamos en que visitaríamos el monasterio al día siguiente. La ciudad como he dicho es monísima. El río Najerilla divide la parte antigua de la nueva. Nuestro hotel, Hotel Duques de Nájera, estaba en la parte antigua, muy cerca de la Iglesia de Santa Cruz en cuya torre habían anidado unas cigüeñas que podíamos ver desde nuestra ventana.  Como estábamos tan cansados nos limitamos a pasear por el paseo que hay junto al río y ver un poco el casco antiguo. 

A la mañana siguiente como ya he dicho, flipamos con el Monasterio de Santa María nada más desayunar y de nuevo al coche puesto que queríamos hacer la ruta de los monasterios de la cuna del castellano, esto es San Millán de la Cogolla y los Monaterios de Suso y Yuso. Pues mi gozo en un pozo, los dos monasterios cierran los lunes, como los museos. Menos mal que el de Nájera estaba abierto. Así que nos dirigimos hacia SANTO DOMINGO DE LA CALZADA con la esperanza de encontrar algo abierto. Aparcamos con mucha suerte nada más entrar en el casco histórico. Sto. Domingo es una ciudad de unos 7000 habitantes que está también en la ruta del Camino de Santiago y que es famosa por su catedral (de las más importantes de La Rioja), por el Convento de San Francisco, por la Ermita de la Plaza y por la Torre que también pertenece a la Catedral de El Salvador. Pero sobre todo, por el milagro del gallo y la gallina. Según el cual, se dice que allá por el año 1350 Domingo García demostró la inocencia de un peregrino injustamente acusado de asesinato al que iban a ahorcar, haciendo volar a una gallina que estaba asada en el plato. En recuerdo de estos hechos en la catedral calceatense hay siempre un gallinero con un gallo y una gallina vivos, justo encima de la cripta. De ahí el famoso dicho con que se conoce a la ciudad: "En Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada". 

Para visitar los principales monumentos, nos aconsejaron que nos sacáramos una "entrada/pulsera" con la que teníamos acceso a la Torre, la Catedral, el Convento y la Ermita. Todo por el módico precio de 9€. Así que nos dividimos las tareas y empezamos por subir a la Torre para disfrutar de unas vistas espectaculares de la ciudad. No sé cuántos escalones subimos pero realmente merece la pena. Después de ver la ciudad en perspectiva nos dispusimos a buscar un sitio para comer puesto que tanta cultura nos había abierto el apetito. Nos metimos en el primer sitio típico que vimos que tenía menú por 16€  y comimos más o menos lo mismo del día anterior. Una vez recuperadas las fuerzas nos lanzamos a visitar la Catedral de El Salvador y el Convento de San Francisco. A la ermita ya no llegamos. La Catedral barroca nos gustó mucho, aunque seguíamos impresionados con Santa María La Real.  No obstante, lo más curioso fue oír al gallo que, por supuesto, está en el gallinero con su gallina. Si no sabes nada del milagro y de pronto oyes el kikiriki en el silencio de la iglesia, pues alucinas. Después de ver la catedral, nos dirijimos hacia el lado opuesto de la ciudad, al Convento de San Francisco. Nos costó un pelín llegar entre el calor, la hora (de la siesta) y que estábamos recién comidos, pero llegamos. Y una vez dentro es como un microclima, te olvidas del calor. En el convento pudimos admirar un artesonado Mudéjar precioso y unas colecciones muy interesantes, a destacar la de las tallas de marfil muy bien organizadas cronologicamente con netsuke incluidos (arte de la miniatura japonés). También tenían bastantes reproducciones de pinturas famosas pero hechas en puzzle, muy chulas. Para una fanática de los puzzles como yo, chulísimo. Con esto dimos por concluida nuestra visita a Sto. Domingo de la Calzada que nos aportó muchísimo más de lo que esperábamos, la verdad.

Nuestro siguiente destino era LAGUARDIA, pero antes de llegar y dejar por fin el coche hasta el día siguiente Gary, que ya empezaba a acusar un poco el cansancio, nos quiso llevar a ver las Bodegas de Marqués de Riscal. Sólo pudimos verlas por fuera, ya que hay que pedir cita y todo el rollo. Pero, nos hicimos una idea. De toda La Rioja Alavesa, son las más famosas gracias al diseño del arquitecto Frank Gehry, el mismo del Guggenheim de Bilbao. Efectivamente son un espectáculo que merece la pena visitar, o por lo menos admirarlo desde la carretera. De ahí nos fuímos hasta SAMANIEGO, que es donde están ubicadas las Bodegas Bai Gorri a las que visitaríamos a la mañana siguiente. Teníamos la reserva hecha para la visita a las 10, pero Gary quería que lo viéramos primero por fuera, por ver los viñedos antes de ver las bodegas por dentro. Así mismo pasamos por San Vicente de la Sonsierra y pudimos ver el Ebro en todo su esplendor. Viendo todo eso entiendes porque los vinos de la región están entre los mejores del mundo. La situación no puede ser más privilegiada. Y por fin llegamos a LAGUARDIA, que ostenta el título de "uno de los pueblos más bonitos de España" y pudimos dar fe de ello en cuanto vimos las vistas desde el Hotel Restaurante Marixa. ¡Qué maravilla! A pesar del cansancio acumulado nos dimos una vueltecita para comprobar por nosotros mismos que es de verdad un pueblo precioso. De vuelta al hotel aprovechamos para cenar en el  mirador del restaurante del hotel donde nos dimos un homenaje porque nos lo merecíamos, jeje. Las vistas son un plus a una cena de por sí ya estupenda. Ni que decir tiene que Gary estaba disfrutando como un crío de poder enseñarnos toda la zona y en particular el hotel/restaurante que lo conocía bastante, puesto que lo había visitado anteriormente. Probamos el cochinillo, los pimientos de piquillo rellenos y las chuletitas de cordero entre otras delicias. La guinda perfecta para un día perfecto. 

Suzy