domingo, 30 de julio de 2023

BURGOS, ATAPUERCA Y LEÓN (JULIO 2022)

 Hola de nuevo con mucho retraso. Es un auténtico disparate  que haya necesitado un año entero para poner por aquí el viaje que realizamos el verano pasado. Justo se cumple un año de nuestra visita, largamente esperada a Burgos, los yacimientos de Atapuerca y a León. Esta vez fuimos Gary y yo solos, ya que Sofía había empezado a trabajar de animadora en un campamento bilingüe en La Manga y Pablo se estaba sacando el carné de conducir. 

Sábado 17 de julio de 2022

A pesar de haber salido muy temprano (6:30 a.m) en previsión del tráfico puesto que era un sábado, a las 11:30 ya nos encontramos con una retención. Pensamos ingenuamente que sería lo normal en la carretera de Burgos los fines de semana en verano. Nada más lejos de la realidad. Después de una hora larga totalmente parados nos empezamos a mover muy despacio y vemos que nos desvían de la autovía. Así nos vemos atravesando una carretera secundaria paralela a la autovía por mitad de los campos de Castilla. Literalmente atravesando inmensos campos de trigo y metiéndonos por pueblos de los que, por supuesto, no hemos oído hablar y de los cuales no sabemos ni cómo salir ni por dónde volver a la autovía. Avanzamos obedientemente en fila india y después de un rato que se nos hizo eterno, le preguntamos a unos lugareños cómo llegar a la autovía y nos dan unas explicaciones de lo más complicadas. Llegados a este punto me empiezo a agobiar. Son casi las dos, no sabemos dónde narices estamos, no se ve ninguna gasolinera y hace un sol inmisericorde, porque para más inri estamos en plena ola de calor de la que no se ha librado ni el norte de la península. No  obstante, milagrosamente, sin saber cómo, nos volvemos a incorporar a la Nacional 1 y de ahí a la autovía. Le damos caña y decidimos no parar hasta llegar a Burgos puesto que Gary está empezando a acusar el cansancio y el calor. Ya he hablado de que estábamos en plena ola (la segunda desde que empezó el verano) y se estaban batiendo récords de temperaturas, sobre todo en el norte. Cuando hicimos la reserva del viaje en mayo estábamos convencidos de que nos libraríamos por lo menos estos cuatro días del horror del calor, cómo nos íbamos a imaginar... Por cierto que la reserva la tenemos para entrar al hotel por la tarde, de modo que tenemos que buscar un sitio donde comer y hacer tiempo. Tenemos entradas para el MUSEO DE LA EVOLUCIÓN HUMANA por la tarde con lo que nuestro plan es comer y después de una breve sobremesa entrar al Museo y cuando acabemos de verlo todo irnos al hotel a descansar de todo el día. Pero antes de eso necesitamos un sitio donde comer, ya son más de las dos y media,  con A/C porque en la calle hay 37 grados y está cayendo fuego literalmente. Aparcamos en el parking del Museo y preguntamos en el primer bar que vemos y nos mandan a un hostal que está a pocos metros y tiene restaurante. Y efectivamente, aire acondicionado y menú por 17 euros. ¡Perfecto! Apuramos la sobremesa pensando que no podemos entrar al Museo antes de las 16:30. Luego supimos que podíamos haber entrado antes. El Museo de la Evolución Humana está en pleno centro de Burgos, al lado del río Arlanzón, y es enorme. El Museo es una verdadera maravilla. Estuvimos  hasta pasadas las 19:30, más de tres horas que se nos pasaron volando y en las que no dejamos de flipar. Es realmente fascinante y sobre todo muy muy didáctico. Los guías son muy amenos y te van explicando todas las etapas de la evolución. Lo mejor sin duda, el cráneo de "Miguelón " en honor a Miguel Induráin, porque el hallazgo coincidió con el Tour de Miguel; la pelvis de "Elvis" que pertenecía a un anciano de 45 años con artrosis; y la bifaz "Excalibur", que es en realidad una cuarcita roja, que es muy rara en la zona, por no decir única, (así mismo nos explicaron que una bifaz es una herramienta de piedra tallada por las dos caras). También nos explicaron que "Miguelón" murió porque se le infectó un diente y la infección se le pasó al ojo, que le supuraría pus, y de ahí se le pasó a la sangre lo que le provocó una septicemia que acabó con él. Y así muchos más datos, a cual más interesante.  El Museo fue integrado en la declaración de los Yacimientos de Atapuerca como Patrimonio de la Humanidad en 2015 como parte de las infraestructuras  asociadas a los yacimientos, por la necesidad de conservar, inventariar y divulgar los restos arqueológicos procedentes de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Se ha convertido en referente internacional en el proceso evolutivo del hombre tanto en los aspectos ecológicos como biológicos y culturales en secuencia cronológica. Insisto, visita obligada para todos los que vayan a Burgos. Imprescindible. Totalmente obnubilados y sin darnos cuenta de que se nos han pasado más de 3 horas volando, volvemos al coche para irnos al hotel y poder descansar por fin. El hotel "Camino de Santiago", está en la carretera de Atapuerca. Decidimos hacer noche ahí por la proximidad con los yacimientos ya que teníamos la visita reservada para la mañana del domingo. 

Domingo 18 de julio de 2022

A las 9:30 ya estamos en el CAREX (Centro de Arqueología Experimental) que es la última parada antes de subir a los yacimientos propiamente dichos. El Carex es un recinto muy amplio en la falda de la Sierra de Atapuerca y está diseñado para que te imagines como sería la vida en el Neolítico y el Paleolítico. Han reconstruido/recreado las aldeas neardentales de la Edad del Bronce, desde las chozas a las pinturas rupestres o la fauna que había en ese tiempo. Volvemos a estar de suerte con nuestra guía, María, una historiadora encantadora y muy maja que será también la encargada de hacernos la visita a los yacimientos. En el Carex nos enseñará a hacer lascas de los silex; bifaces; dibujar "pinturas rupestres"; tirar con arco e incluso a hacer fuego, todo como se hacía en la Prehistoria. A pesar de ser temprano todavía el sol ya es abrasador. La visita al Carex es el complemento perfecto antes de visitar las simas de los yacimientos y por supuesto nos encantó. Dejamos el centro para coger el coche y dejarlo donde están los autobuses que nos subirán a los yacimientos. Vuelta a coger las mascarillas con 37 grados y subiendo. El trayecto es corto, menos mal. Nos van a enseñar tres simas: la del Elefante, la Galería y la Dolina. Ahora ya vemos a los arqueólogos pico y pala excavando. Las "campañas" sólo se hacen verano, primero porque la mayoría de los que trabajan en los yacimientos son voluntarios, tanto alumnos como profesores de las universidades y tiene que ser en sus vacaciones y la otra razón poderosa es la metereología, y es que el resto del año hace demasiado frío en Burgos como para excavar, aunque desgraciadamente eso también está cambiando.  María nos fue explicando cosas interesantísimas como que en la Sima del Elefante se pensaba que había huesos de elefante y después de ponerle el nombre se dieron cuenta de que en realidad no lo era, pero ya era demasiado tarde para cambiárselo. O que la niña "Benjamina" bueno, su cráneo, nació con el cerebro cerrado y ya no se pudo desarrollar, sin embargo vivió hasta los 10 años y se sabe que la llevaban a cuestas puesto que no aprendió a andar; lo que los convierte en "humanos" o por lo menos los hace menos brutos de lo que normalmente se creé que eran. Otro dato que me pareció increíble es que se pueda saber por el esmalte dental si los maxilares son de chico o de chica, lo que ha dado lugar a algún que otro error. O que en la Sima de la Dolina se encontraron huesos de más de 29 individuos en lo que pudo ser  el primer asesinato masivo de la Historia del que se tienen datos. Una vez más nos enseñó las réplicas de los cráneos y huesos que ya vimos en el Museo mientras nos seguía contando infinidad de datos y anécdotas fascinantes. Es emocionante ver a todas esa gente trabajando delante de nosotros. La visita dura una hora y media y supongo que en condiciones normales, o al menos eso nos dijeron, habríamos estado con forro polar aunque sea julio, sin embargo, estamos ya a 38º y en cuanto nos dicen que se ha acabado nos precipitamos monte abajo buscando la sombra y el A/C del autobús. De vuelta en nuestro coche nos vamos hacía Burgos que esta vez sí tenemos hotel en el mismo centro. No obstante, no podemos registrarnos hasta las 15:00, de modo que nos dedicamos a buscar algún sitio para comer de camino a la capital esperando encontrar algún sitio decente donde comer más o menos sin que nos levanten en peso. Y lo encontramos, donde menos lo esperábamos. En una granja-escuela-albergue que tenía hasta burros y nos pusieron un menú  por 15€ de lo más auténtico con alubias pintas y todo. Ahora sí que podemos registrarnos en el NH Palacio de Burgos que está frente al río y la mismísima catedral, que es en realidad un antiguo monasterio rehabilitado.












 

Después de la necesaria siesta y cuando la temperatura nos dio un poco de tregua nos fuimos a ver la Catedral y sus alrededores y de paso ver dónde cenábamos. Doscientas fotos después, nos metemos en un bar tipo San Sebastián, de los de la barra llena de pintxos y claro está, cenamos divinamente. Burgos es pequeña y el casco histórico, así como el paseo a lo largo del río está lleno de bares y restaurantes para todo tipo de bolsillos y paladares. Llevaba muchos años queriendo ver la Catedral y no hay duda de que impresiona por su majestuosidad y más ahora que está recién restaurada. El exterior es apabullante pero para verla por dentro tendremos que esperar a mañana. 

Lunes 19 de julio de 2022

El hotel tenemos que dejarlo a las 12:00. Eso nos da tiempo de sobra para desayunar de lujo en el maravilloso buffet del maravilloso hotel (perdonad que insista en lo de maravilloso, pero era espectacular) e ir a ver la Catedral por dentro. Dejamos todo recogido y a las 9:30 ya estamos en la cola para sacar las entradas (una cola normal, poca cosa porque hemos madrugado). Una vez dentro volví a tener síndrome de Stendhal. Se me saltaron las lágrimas en cuanto empecé a mirar hacia arriba y ver ese gótico flamígero en su máximo esplendor. La verdad es que quita el aliento por dentro y por fuera. Se empezó a construir en el siglo XIII, siguiendo el modelo gótico francés, pero las modificaciones y ampliaciones se alargaron durante casi cinco siglos. La Capilla del Condestable,(que dicen que es como otra catedral dentro de ésta) la Sillería del Coro o la Escalera Dorada son algunos de los tesoros arquitectónicos y escultóricos que suman un plus a la ya de por sí grandeza del conjunto. La verdad es que te sientes muy pequeño ante semejante obra. Y te da por pensar en cómo el ser humano puede ser capaz de realizar algo tan bello y causar tanto dolor si se lo propone. En fin, ahora sí que nos podemos ir de Burgos con los deberes hechos. Ha sido una revelación (nunca mejor dicho) tanto la visita a Atapuerca como a la Catedral. Volvemos al hotel a por las maletas y a la carretera. Nos vamos a León y esta vez optamos por las carreteras secundarias en vista del éxito del primer día en la carretera de Burgos. Por cierto que salir de Burgos es pan comido, se  agradece, la verdad, y en seguida estamos atravesando inmensos campos de cereales. Se podría decir que estamos en Iowa o en Utah y no en Castilla. Estamos siguiendo la ruta de los peregrinos, que este año están sufriendo como nunca las inclemencias de un sol inmisericorde al hacer el Camino de Santiago. Para nosotros es mucho mejor viajar así y no en las interminables colas de vehículos de las autovías, sobre todo si estás de vacaciones. Sólo los cuervos ponen una nota de color en un paisaje monocromático que nos evoca a Van Gogh (salvando las distancias, claro). 

 














          A la hora de comer ya estamos en León pero esta vez tampoco podemos registrarnos en el hotel hasta las 15:00. Tenemos tiempo de encontrarlo y aparcar tranquilamente, o no. León es mucho más grande y más caótico que Burgos. Una tarea a priori sencilla como seguir las indicaciones de Google Maps se puede llegar a convertir en una pesadilla, sobre todo si te va indicando las calles por las que debes torcer cuando no has oído en tu vida hablar de esas calles y justo vas a torcer por donde es dirección prohibida. Afortunadamente el límite de velocidad en toda la ciudad es de 30 km, lo que facilita bastante la búsqueda y de paso evita accidentes. Después de casi media hora dando vueltas localizamos la entrada al parking del hotel y podemos dejar el coche de una vez. El hotel está en la mismísima Plaza Mayor de León y es un verdadero oasis puesto que a esa hora ya rondamos los 38º. En cuanto dejamos las maletas nos lanzamos a buscar cualquier sitio donde nos dén de comer, que se nos ha hecho muy tarde. Evitando el reclamo turístico de la Plaza nos alejamos un par de calles y encontramos un mesón que estaba a punto de cerrar pero se apiadan de nosotros y nos ofrecen el último menú del día. Ahora ya podemos refugiarnos en el hotel a esperar que el sol nos dé una tregua. Después de la siesta nos vamos a recorrer el centro histórico sin rumbo fijo como siempre. Nuestro objetivo es ver la Catedral por fuera y encontrar un sitio no muy turístico para cenar cuando sea la hora. La Catedral de León es mucho más pequeña que  la de Burgos, con lo que por fuera no impresiona tanto, en este caso la belleza está en el interior. Eso no quiere decir que no sea preciosa igualmente, faltaría más. Seguimos vagando sin rumbo por varias plazas típicas que afortunadamente no están muy saturadas de turistas. Acabamos en una muy pequeña que está rodeada en parte por la muralla medieval. Tiene un fuentecita en el centro y un restaurante con muy buena pinta. Lejos del mundanal ruido, el rincón es de lo más agradable e invita a pasar una tarde/noche muy acogedora. El nombre del restaurante, Pico Pico, también nos llama la atención, así que decidido, a cenar. La elección no pudo ser más acertada, hicimos pleno al 15. En el restaurante probamos unos puerros de Sahagún y un bacalao con huevos estrellados que estaban de escándalo. Pero eso fue lo de menos, lo de más fue que el dueño entabló conversación con nosotros (aunque en principio no sabíamos que era el dueño) y empezó a contarnos que era pintor y poeta, que conocía Cartagena y que había sido amigo personal de Rafael Alberti. Ahí es nada. Todo un hallazgo y un lujazo. Resulta que es el poeta Adolfo Alonso Ares, que además de regentar el restaurante, colabora activamente con la Fundación Rafael Alberti y tiene más de treinta libros publicados. Nos intercambiamos los teléfonos y nos fuimos de allí con muy buen sabor de boca, nunca mejor dicho. Sin duda un broche de oro para el primer día en León. 

Martes 20 de julio de 2022

Con una considerable bajada de la temperatura nos podemos regodear y ver los principales monumentos del casco histórico así como la Catedral por dentro. Ahora sí podemos decir que estamos en el verano castellano y respirar un poco antes de volver al sur abrasador. Habíamos planeado ver la Colegiata de San Isidoro que tiene un panteón considerado como "la capilla Sixtina del Románico" , el Museo Casa Botines y pasear por el Barrio Húmedo, que está muy cerca del hotel. Si la Catedral de Burgos te apabulla por sus dimensiones , la de León te sobrecoge por su belleza. Es posiblemente el mejor ejemplo del gótico francés que tenemos en España. Es totalmente diferente al gótico flamígero de Burgos. Es la única catedral que se empezó y se terminó en el mismo siglo, el XIII, en sólo 50 años. Y es en el interior donde se logra el efecto deseado, el de impresionar al penitente, al peregrino o al turista del siglo XXI.  Eso se consigue con las espectaculares vidrieras o lo que se conoce en Historia del Arte como "la arquitectura de la luz". Mil ochocientos metros cuadrados de vitrales repartidos en tres rosetones, treinta y un ventanales altos, treinta y cuatro grupos en el triforio (la galería que rodea la nave central de una iglesia), diez ventanales bajos y diecinueve ventanas en las capillas. Sin duda, el conjunto mejor conservado del mundo. Una vez más salimos sobrecogidos, yo diría que incluso más que en Burgos y con síndrome de Stendhal. ¡Cuánta belleza! Ahora vamos a por la Colegiata aunque nos llevamos un chasco pues la están restaurando y no pudimos verla por dentro. Ya tenemos otro motivo para tener que volver a León, jeje. Sin dejarnos abatir por este pequeño contratiempo, nos dirigimos hacia el Museo Casa Botines, obra del inimitable, inigualable e inclasificable Antoni Gaudí. Se trata de una casa de vecinos que estuvo habitada hasta 1994 y ahora se ha reconvertido en museo. La casa fue diseñada y construida con todas las comodidades que ahora damos por sentado, pero a principio del s. XX eran una auténtica innovación que sólo podían salir de la mente del genio y visionario que era Gaudí. Con una estética neogótica, está muy inspirada en los castillos franceses con las cubiertas de pizarra que son más resistentes a las inclemencias de los inviernos leoneses. Su gusto decorativo está presente en los detalles más pequeños, desde puertas, ventanas, miradores, hasta pasamanos, mirillas, pomos... Así mismo, los recursos arquitectónicos disponibles para sacarle el mejor partido, como los cuatro patios de ventilación o la imaginativa evacuación de las aguas pluviales. El museo alberga hasta una pinacoteca en la 3ª planta, con obras que van desde Goya a Dalí además de la perfecta recreación de una de las viviendas de principios del s. XX con todo lujo de detalles. Muy muy interesante, de verdad. Totalmente henchidos de belleza cultural y sintiéndonos mejor personas nos dedicamos a terminar la mañana paseando y turisteando por el Barrio Húmedo, ah y haciendo acopio de la tradicional cecina. 

Una vez más una escapada muy enriquecedora y muy necesaria que tenemos que concluir aquí, aunque estamos convencidos de que volveremos.

Suzy