sábado, 19 de febrero de 2011

BILBO

He tenido que dejar pasar dos semanas para poder escribir sobre ello y no sé si me va a salir.
El día seis tuve que sacrificar a mi perro, Bilbo. Habría cumplido quince años el mes que viene.
El sábado de madrugada oí un ruido y cuando llegué a la cocina estaba fuera de su cama, se había hecho pis, la cabeza se le iba para un lado y no mantenía bien el equilibrio. Me las apañé para sacarlo a la calle pero no sólo se iba dando contra las paredes, sino que era incapaz de levantar la pata. Volví a la cama sabiendo que había llegado el final.
Por mucho que te prepares para ello, es durísimo y hay que pasarlo para saber de qué hablo. Todos aquellos que hayan tenido mascota saben a qué me refiero. Yo no sólo he perdido a mi perro, no señor, es mucho más. Quince años preocupándote por si ha comido, bebido, salido, meado, cagado, vomitado, estornudado o tosido. Quince años alegrándose de verte cada vez que entrabas por la puerta como si llevara siglos sin verte, aunque haga solo media hora que saliste. Quince años yendo a verte por la mañana para darte los buenos días y quince años dándote las buenas noches. Quince años estando ahí incondicionalmente y siempre alegre.
Eso, amigos míos, no se compra con dinero.
Mi casa está rara, muy rara. Entrar en la cocina y no verlo durmiendo debajo de la mesa se me hace extrañísimo. Ultimamente ya no salía a recibirnos porque oía mal, con lo que no era la fiesta de antes. Pero en cuanto se daba cuenta de que habíamos llegado por supuesto que se activaba y venía a vernos. Tenía días que estaba muy apagado y sólo se movía para salir o comer, en cambio otros estaba de lo más juguetón como en su buena época.
Ahora eso sí, cada vez que salía a la calle seguía siendo el mismo macarra de siempre. Nunca tuvo amigos,jeje, no sé como no se lo comió ningún rotweiller, porque siempre tenía que decir el último ladrido. ¡Vaya un broncas! le tenía que haber puesto Gruñón o Broncas directamente. Sin embargo cuando lo vi por primera vez tan pequeñín no pude evitar pensar en "El Hobbit" y el nombre salió automaticamente.
Una de las primeras entradas de este blog se la dediqué al perro de mi padre que murió hace dos años y también fue muy doloroso para mí. La muerte de Bilbo ha sido y está siendo aún más dura. Mi hija, que ha vivido sus trece años con él, lo está pasando fatal. Me queda el consuelo de que ha tenido calidad de vida hasta el último momento. Hasta practicamente el día de antes estuvo perfectamente, la gente no se podía creer que tuviera la edad que tenía cuando me lo preguntaban, estaba hecho un pollo, jajja.
Me quiero quedar con el recuerdo del sábado anterior al que se puso malo cuando nos fuimos a pasar el día a Mazarrón y nos lo llevamos. El tío disfrutó como cuando era un cachorro, se bañó y todo. Fue un día estupendo. Un final perfecto.
Dondequiera que estés, sigue ladrando. ¡¡ Adios compañero!!

Suzy