miércoles, 8 de julio de 2009

BARCELONA

¡Qué mejor manera de empezar el verano que viajando y oyendo música!
Con la excusa de ver a U2 en el Nou Camp aprovechamos para volver a visitar la ciudad condal.
¡Qué bonita es Barcelona, collons! En mi caso era la tercera vez que iba y tenía muy claro lo que me quedaba por ver (y lo que me sigue quedando).
Una vez instalados en el hotel nos dirigimos al Parque Güell, que está abarrotado de turistas desafiando los casi 40º a la sombra. El sitio es una especie de oasis en medio de la ciudad y se agradece bastante en esas condiciones, además de ser una gozada como todo lo que hizo Gaudí.
A pesar de ello, a las 2 de la tarde no aguantamos más y nos ponemos a buscar un sitio donde comer, a ser posible cerca del hotel para descansar del madrugón. El destino nos lleva a un restaurante que aunque por el nombre (Sibarit) puede parecer de los de "Real Palo", es en realidad un acierto en todos los sentidos. No sé si sería por la combinación cansancio-calorazo, pero con la sopa de melón del primer plato se me saltaron las lágrimas (literalmente).
Después de la merecida siesta y para rematar el festín gastronómico teníamos una reserva en uno de esos restaurantes con dos estrellas Michelín y tres soles de la guía Campsa. Así que nos engalanamos lo mejor que pudimos y pusimos rumbo a Paseo de Gracia, ¡qué edificios y qué tiendas! ¡cómo mola!, comprobando con sorpresa de paleta que la gente hace cola para entrar en ¡¡Gucci!! el primer día de rebajas.
Tras saludar brevemente a mi amiga Laura, nos preparamos para que esta vez SÍ nos den el real palo ,jaja. El restaurante (PARA QUE NO VAYÁIS) se llama DROLMA y está en el Hotel Majestic. Nada más llegar estamos a pique de levantarnos, porque la temperatura debe ser de unos 15º y el contraste con lo que está cayendo fuera es brutal. Ante la imposibilidad de poder disfrutar del sablazo en condiciones pedimos un cambio de mesa, pero el ambiente es gélido doquiera que nos pongan. Nos "resignamos-aclimatamos" y llega el difícil momento de la elección de platos. Todo muy apetecible pero..... Optamos por el menú degustación Prestige (ya que vamos de rollo super pijo) y así aunque te claven te haces una idea más general de cómo se lo curra el chef. Y el veredicto es que: ¡no es para tanto! a excepción de una crema de calabaza con nosequé de cangrejo real que era una auténtica pasada, lo demás ¡pse! A lo mejor nos hemos vuelto muy tiquismiquis, pero entre el frio que teníamos y el ambiente tan estirado (típico de estos sitios tan pijos que le encantan a Gary) no salimos muy contentos que digamos. Es más, Gary (por fin) ha decidido no volver a llevarme a restaurantes con estrellas Michelín y demás pijadas. A partir de ahora vamos a comer/cenar en restaurantes con solera pero con carácter y ambiente relajado y distendido. ¡Ea!
Al día siguiente lo ponemos en práctica. Como el concierto era por la tarde-noche teníamos toda la mañana para patear la ciudad. Decidimos bajar hasta el Barrio Gótico, eso sí, equipados con protección 50, gorras típicas de turistas-guiris y sendas botellas de agua. Anduvimos durante una hora más o menos admirando una vez más los maravillosos edificios modernistas, ¡¡qué bonitos!! Los callejones del barrio gótico son un sitio perfecto para protegerse de las altas temperaturas y de paso perderse y ver la Barcelona de verdad, llena de artistas callejeros, inmigrantes buscándose la vida, turistas y algún barcelonés que otro.
Siguiendo con la promesa de comer en un sitio auténtico, intentamos reservar mesa en el inevitable ELS QUATRE GATS y ¡bingo! a las dos estamos sentados en el corazón de uno de los restaurantes más típicos de Barcelona y mi favorito, sin duda. Por sólo 15 euros se puede disfrutar de un menú estupendo, sabiendo además que estás comiendo en un sitio con historia (se fundó en 1897) y con mucho encanto.
Es curioso pero en Paris nos pasó lo mismo. Gary se empeñó en llevarme al TOUR d´ARGENT, restaurante del siglo XVI, que es famoso por ser de los mejores o de los más caros (no me acuerdo) del mundo. Si habéis visto Ratatouille (peliculón donde lo haya) pues es el restaurante donde acaba de mini chef Remy. Bueno, el sitio es la leche, of course, y lo han convertido en el Musée de la Table. Estás pagando que por ahí han pasado desde Bismark hasta Kennedy y además estás justo enfrente de Notre Dame y eso hay que pagarlo, fair enough!, pero a la larga pagas el sitio y su caché, por muy bueno que esté lo que te pongan. Al día siguiente(en Paris) fuimos a una Brasserie en el barrio del Marais (que por cierto le encanta a Woody Allen) que se llama BOFINGER y por 70 euros (los dos) nos pusieron un menú fantástico con ostras y todo. El sitio era igualmente precioso y el ambiente super agradable. Si alguno tenéis pensado ir a Paris próximamente no dejéis de pasaros, merece la pena. La pagina web es http://www.bofingerparis.com/ .
Volviendo a Barcelona y a Els Quatre Gats (que precisamente está inspirado en en Le Chat Noir de Paris) nos pasó exactamente lo mismo. Después del clave del Drolma nos supo a gloria la dorada al horno y el salmón al azafrán del 4 Gats. Trás el deleite, siesta y a prepararnos para el concierto, que se merece su propia entrada, por lo que lo comentaré más tarde.
Al día siguiente teníamos que dejar la habitación, pero el vuelo era a las 8.30 de la tarde, lo que nos dejaba casi todo el día para volver a disfrutar de la capital catalana. Optamos por coger el Bus Turistic (aún a riesgo de quemarnos como gambas)y hacer la ruta azul que va desde Paseo de Gracia a la zona de Montjuïc, la Villa Olímpica y bajar hasta el puerto. Una de las paradas es el Pueblo Español, que mi madre lleva años machacándome para que no me lo pierda. Así que dicho y hecho. La verdad es que es precioso. Actualmente se utiliza para conciertos de verano, de modo que nos encontramos la plaza mayor castellana convertida en "improvisado" escenario para Kusturica y su No Smoking Orchestra y para George Benson entre otros. Por lo demás las vistas de Barcelona son espectaculares y es bastante curioso pasear por "Teruel" y doblar la esquina y estar en "Córdoba" o "Toledo". ¡Muy chulo!
Como se estaba acercando la hora de comer y el calor era cada vez más insoportable, dimos por concluida la visita y volvimos al bus turistic que nos llevó hasta el puerto; donde sólo era cuestión de encontrar dónde comer. Nos decantamos por un macrorestaurante que hay en el centro comercial Maremagnum, llamado EL CHIPIRÓN,que es perfecto para guiris. Pedimos sendos arroces (paella de marisco y arroz negro) que no estaban muy allá, pero es que es muy dificil superar el arroz negro de mi madre... Pero sólo con estar mirando al mar (como la canción,jeje) nos conformábamos. Teníamos que matar un par de horas todavía, pero hacía demasiado calor para pensar en nada más. Nos bastaba con ver cómo salían los cruceros y demás barquitos. Además el espectáculo lo teníamos asegurado viendo a los top manta jugando al escondite con la policía portuaria. Estuvieron toda la comida poniendo y quitando el chiringuito. Es asombroso con qué facilidad lo montan y lo desmontan para salir de naja en cuanto dan el agua. Perdonadme el deje arrabalero pero es lo que pega en estos casos,jaja. Menos mal que eran todos subsaharianos y pakistaníes o indios, lo digo porque estaban a pleno sol con la que caía, para vender abanicos a 1 euro o gafas de sol a 5, ¡hay que joderse!...
Y después de tan relajante y "entretenido" almuerzo, de vuelta al hotel para coger un taxi al aeropuerto y esperar con esperanza (como decía Juan Carrión) que no tuviéramos mucha retención en la salida de BCN, siendo el comienzo de la operación salida del verano.
No me voy a despedir sin comentar que me ha llamado muchísimo la atención la cantidad de motos que hay circulando por la ciudad, pero mogollón eh!, así como la proliferación de restaurantes japoneses. Vamos que tienes uno en cada esquina.
Definitivamente sigue siendo una de mis ciudades favoritas.

Suzy

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