martes, 15 de octubre de 2013

IN LOVING MEMORY

Jeanne Elizabeth Smith era probablemente una de las mejores personas que he conocido. De igual modo puedo decir que era la mejor y más organizada que he conocido y en este punto sí que tengo que ser tajante, pues nunca he conocido a nadie como ella.
Desde el primer momento en  que llegué a su familia hace ya 21 años me trató como si fuera su hija, pero no solo como hija política sino de corazón, y me atrevo a decir que consiguió que me sintiera como tal. Pero no es que a mí me tuviera especial predilección, aunque me encante pensar que un poco sí, es que trataba así a todo el mundo. 
Nunca la oí hablar mal de nadie, y trataba con especial dulzura a todo el mundo, desde el cartero o el jardinero hasta las enfermeras, sus vecinos y por supuesto a su familia y amigos.
Cuando yo la conocí, en el verano de 1992, ya tenía problemas de salud. La artritis degenerativa le impedía subir escaleras entre otras muchas cosas  y se sometió a  numerosas operaciones. Cualquier cosa con tal de no resignarse a quedarse en una silla de ruedas. Siempre me decía que tenía grabada la imagen de su madre postrada en una cama durante años hasta su muerte y que haría lo imposible para no acabar como ella.
Nunca he conocido a nadie tan valiente como ella, ni tan resignada. Cuando una de las prótesis de  rodilla se le malogró se sometió a todo tipo de tratamientos que la obligaron a estar hospitalizada durante largos periodos. En todo ese tiempo los dolores que soportaba y que tuvo que seguir soportando hasta el final de sus días eran terribles. De hecho el dolor ya no la abandonó, sin embargo muy rara vez, por no decir casi nunca la oí quejarse o poner mala cara o maldecir su penosa (nunca mejor dicho) situación.  
A pesar de todos estos esfuerzos en 2003 tuvieron que amputarle la pierna a la altura de la ingle pues corría el riesgo de contraer gangrena. ¿Creéis que esto fue motivo para abandonar o dejar de hacer todo lo que tenía pensado? Nada más lejos de la realidad. En esta última década y siempre subida a su inseparable buggy (carrito) no ha parado de entrar, salir, ir y venir como si no le hubieran quitado la pierna. 
Nunca he conocido a nadie que se  preocupara más por mantener vivo el contacto con todos y cada una de las personas que habían pasado por su vida y que habían significado algo para ella, por insignificante que fuera. Ya fueran amigos, conocidos o familiares. Si hubiera nacido a finales del siglo XX habría tenido más "amigos" en Facebook que el mismísimo Mark Zuckerberg y en Twitter habría superado el millón de seguidores. 
En lugar de eso le tocó vivir la 2ª Guerra Mundial y sacar adelante a 5 hijos en una Inglaterra que se quedó muy tocada después de la guerra. Trabajó incansablemente como maestra y hasta montó su propia agencia inmobiliaria, especializándose en el alquiler de casas para vacaciones.
Todos los que trabajaron con ella, la conocieron o compartieron con ella algún momento de sus vidas coinciden en que se trataba de una mujer excepcional. Era una persona que se preocupaba por todo el mundo menos por ella. Jamás se le pasaba un cumpleaños, un aniversario o cualquier otra fecha señalada, pero no solo de su familia sino también de sus innumerables amigos. Tenía familiares y amigos repartidos por todo el globo y con todos mantenía una correspondencia y un trato continuo. La comunicación epistolar cobraba un nuevo sentido en su caso. 
Era una lectora insaciable, amaba la literatura, en especial la poesia; también era una gran melómana, desde la música clásica y la opera hasta el jazz e incluso el pop, y una cinéfila empedernida. Le encantaba grabar películas, series y documentales para verlos conmigo cuando llegaban las vacaciones de verano o de navidad. Pasábamos horas viendo vídeos sobre todo tipo de cosas que pensaba que me podían interesar, literatura, cine, teatro, música... 
Cuando mis hijos eran pequeños dedicó interminables horas a grabarles cintas y cintas sobre programas didácticos que pudieran ayudar a mejorar su nivel de inglés o de cultura en general, en una época en que lo mejor que se podía ver en la tele en España era 'Oliver y Benji'.
Me enseñó muchas cosas, no solo sobre cine o literatura, sino también sobre la vida en general. Adoraba a los animales, a sus amigos, a su familia pero sobre todo adoraba la vida y se agarraba a ella con uñas y dientes sin importarle lo cuesta arriba que se le pusiera.    
Su muerte nos ha pillado por sorpresa pues pensábamos que siendo tan luchadora se levantaría una vez más y seguiría adelante, planeando leer un nuevo libro, visitar a algún amigo, disfrutar de sus nietos o simplemente relajarse oyendo un nuevo disco con su inseparable taza de té.
Tanto yo como mis hijos la vamos a echar muchísimo de menos, por no hablar de mi marido, pues estaba siempre pendiente de todas nuestras cosas, desde un examen a lo último que habíamos leído o visto en el cine. Daba igual que estuviera en Inglaterra, coger el teléfono y ponerse a preguntarnos qué tal la semana era lo normal al llegar el domingo. 
El único consuelo que nos queda es pensar que finalmente ha dejado de sufrir, pues nadie más que ella se ha ganado tan merecido descanso. Que así sea, descansa en paz.

Suzy

3 comentarios:

  1. Lo más importante es que TÚ has podido disfrutarla al máximo y más aún que ELLA te ha podido disfrutar a ti, algo difícil entre suegras y nueras. Ella se ha ido de este mundo sabiendo –por su trayectoria debía de ser una persona muy inteligente- que su hijo Gary está acompañado de una mujer tan luchadora como ella y a unos nietos españoles protegidos por una mamá-locomotora que tiene un infinito cargamento de carbón para echar a la máquina.
    Así debía ser, Susana.
    Sentido y estupendo homenaje.

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  2. Jolín, Susana. Qué maravilla de mujer. Que tu nuera diga esas cosas es una buena medida de cómo debía ser la mujer (bueno, y también de cómo es la nuera). Creo que desde algún sitio te está viendo y debe sentirse muy satisfecha de tu vida al haber hecho felices a los que estaban a su alrededor. Un abrazo. MJ Villarroya

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