viernes, 18 de marzo de 2016

CIUDAD DEL VATICANO, 17 de febrero de 2016

Y en esto llegamos al Vaticano. Nuestro chófer, que no se había dado mucha maña en movernos por Florencia, nos llevó hasta las mismas puertas sin inmutarse. Y eso que entrar en Roma es tela.
Teníamos que encontrarnos con nuestra guía "romana" a las 14:00 en las puertas de los Museos Vaticanos, para visitar la Capilla Sixtina, las estancias de Rafael y como no, la Basílica de San Pedro.
Como he dicho la entrada en Roma en coche/autobús es complicada. El tráfico es demencial y aunque Antonio estuvo genial, no llegamos hasta casi menos cuarto. Se nos planteaba el dilema de siempre. Comer antes o después. La visita a los museos y la basílica iba a ser larga, con lo que estaba claro que teníamos que ir comidos. No podemos decir que fue la mejor comida del viaje, porque fue literalmente engullir unas pizzas o algo de pasta y salir pitando. Teníamos las entradas sacadas y hubo un momento de tensión en que creímos que no llegábamos. Pero vamos, lo normal cuando mueves a tanta gente. Y es que dar de comer a 61 personas no se improvisa. Pero en fin, lo conseguimos, ya digo que un pelín estresados, pero ahí estuvimos y ahí conocimos a la gran estrella del viaje. Carmen de la Ossa, nuestra guía en Roma. Un verdadero personaje de Fellini. Federico Fellini era un director de cine italiano, famoso por sus inolvidables personajes, por si algún alumno mío quiere saberlo :)
La explicación que nos dió sobre la Capilla Sixtina no la olvidaremos en la vida.¡¡IMPRESIONANTE!!
El único problema que tenía Carmen es que sabía demasiado y daba por sentado que nuestros alumnos estaban al tanto de todos esos conocimientos. Por supuesto, no todos pudieron "seguirla" y muchos de los chicos desconectaron literalmente el aparatito que nos repartió para que siguieramos sus explicaciones. Pero aquellos que "conectaron" con ella fliparon. Vieron el Vaticano a través de sus ojos y me atrevería a decir que no lo olvidarán facilmente. No obstante, la explicación de la Sixtina y de las estancias de Rafael fue demasiado intensa y se nos hizo un poco larga. El resultado fue que los chavales acabaron un poco hartos de todo esto y eso a los profesores nos dió mucha rabía. Digamos que el primer contacto con Carmen no fue todo lo deseable que hubiéramos querido. Nosotros teníamos pensado hacer la visita de una manera más liviana, sabiendo como sabemos lo que aguantan los chicos. Ella, sin embargo, no supo ver o simplemente no quiso ver esto y se explayó a conciencia. Insisto en que como guía no tiene  parangón, pero hay que distinguir a quién le estás contando qué cosas, porque todo el mundo no está igual de puesto en ciertos temas culturales.
La Capilla Sixtina que está también recién restaurada, sigue siendo una experiencia y así lo vieron los chicos, sobre todo los que aguantaron las explicaciones de Carmen. Yo que la vi la primera vez que fui a Italia en los 80, la recordaba más pequeña y además sin limpiar. Me encantó y además la pude ver bien, me habían dicho que estaba tan masificada que no la iba a poder disfrutar. Está claro que en agosto será imposible, pero desde luego en febrero, sin problemas.
De ahí a las estancias de Rafael, que es lo que nosotros hubieramos hecho de pasada y que Carmen se tomó su tiempo en explicar. Con ésto acabó por desesperar a los chavales. Cuando por fin llegamos a la Basilíca estaban para el arrastre. No obstante, la Basílica es tan imponente que hay que tener muy poca sesibilidad para no emocionarse con algo así. Entre La Piedad de Miguel Ángel, el Baldaquino, el Transparente y la Columnata de Bernini, la gran cúpula, también de Miguel Ángel, o la fachada no sabe uno con qué quedarse. Aunque en palabras de Carmen, el altar mayor no sea más que la tumba de un pescador.
Para cuando salimos ya se había puesto el sol y tuvimos tiempo hasta de ver el cambio de la Guardia Suiza.
Después de la consabida sesión de fotos desde el centro de la plaza dimos por concluida la visita al Vaticano. Nos despedimos de Carmen hasta la mañana siguiente que nos iba a explicar el Coliseo. Nos reencontramos con nuestro chófer en el Palacio de Justicia, después de pasar por el Castillo de Sant' Angelo (antiguo mausoleo de Adriano) donde los alumnos una vez más arrasaran con todas las sudaderas de la Universitá de Roma. Antonio nos llevó al restaurante en que íbamos a cenar las dos noches de Roma. El restaurante Mealtime, al igual que el Fantasia de Florencia, está especializado en grupos y los chavales pudieron por fin inyectarse su dosis diaria de wifi y  saciar sus ansias físicas y virtuales.
Y así concluyó otro día perfecto en este maravilloso viaje. :)
Suzy

















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