sábado, 19 de marzo de 2016

ARRIVEDERCCI ROMA, 19 de febrero de 2016

Y así llegamos al final del viaje. Nuestro último día en Italia. Teníamos toda la mañana para despedirnos de Roma, comer sin prisa pero sin pausa y salir para el aeropuerto sin estrés.
Nos había cundido mucho el día anterior, pero había una cosa que yo quería hacer y que me prometí a mí misma que la haría en cuanto volviera a Roma y era visitar la Bocca della Verità.
En la película de William Wyler  "Vacaciones en Roma", Gregory Peck y Audrey Hepburn visitan la iglesia de Santa María in Cosmedin. Ahí se encuentra una antigua máscara de mármol empotrada en la pared del pronaos (espacio situado justo delante del templo), que muestra un rostro masculino con la boca, la nariz y los ojos perforados y huecos. Según la leyenda, si metes la mano en la boca y has mentido, la boca se cerrará tragándose tu mano.  En la película Gregory Peck le gastó una broma a Audrey Hepburn que no estaba en el guión. Se lo dijo al director y decidieron rodar la escena sin decírselo a ella. En el momento en que él mete la mano en la boca, hizo el gesto de que se la traga y al sacarla escondió la mano dentro de la chaqueta como si se la hubiera arrancado. La reacción de Audrey Hepburn fue tan natural, pues se lo creyó, que decidieron dejar la escena tal cual y hoy se ha convertido en un icono.
Bueno, pues una persona tan mitómana como yo, no podía dejar de venir a Roma y meter la mano en la boca de la verdad. Así que como era el último día "obligué" a los alumnos a visitar esa iglesia y de paso llevar a cabo el ritual del oráculo. Por supuesto, actualmente, la iglesia, que pasaría desapercibida de no ser por la película, se ha convertido en atracción turística. Hay que hacer cola y sólo permiten hacer una foto por persona. Pero a mí me merecía la pena.
Justo antes de llegar a la iglesia vimos (por fuera) el Teatro de Marcello, que es el segundo teatro más grande de la Roma de los Cesares, y que en su tercer piso alberga un precioso palacio renacentista.
Una vez visto la iglesia de la Bocca della Verità, les dimos tiempo libre a los chicos para que realizaran sus últimas compras y se despidieran de Roma.
Nosotros queríamos visitar la Piazza del Campidoglio, que se encuentra en la Colina Capitolina, entre el Foro y el Campo de Marte. Una vez más Miguel Ángel acometió la reforma de la misma y la escalinata, conocida con el nombre de la Cordonata, es un buen ejemplo. Aquí también se puede ver el Palacio de los Conservadores, el Museo Capitolino y el Palacio del Senado. No teníamos tiempo de ver el Museo Capitolino, así que ya tenemos excusa para volver a Roma. Allí mismo fuimos testigos de una boda de lo más típica. Vaya sitio para casarse, ¿eh? ¡Mola! Por cierto que las vistas del Foro desde la plaza son espectaculares.  El tiempo se nos acababa y decidimos pasear, comprar algún souvenir y volver a Peroni para comer. A los alumnos los citamos con mucho tiempo de sobra,  pues no nos fiábamos del tráfico para salir de Roma hacia el aeropuerto. Una vez más, es preferible esperar en el aeropuerto a quedarse en un atasco.   
No obstante, el tiempo les dio de sí y hasta fueron a ver el Hard Rock Café, y eso que está retirado del centro. Y con ésto nos despedimos con el corazón partío de la ciudad eterna.
Ha sido un viaje inolvidable, que hemos disfrutado un montón a pesar del cansancio y el estrés de movernos por Italia tirando de 57 adolescentes. Se han comportado como es debido y han demostrado que pueden salir de casa y desenvolverse en un país extranjero con total naturalidad. Así mismo, han comprobado que hay todo un mundo que les espera fuera de Internet. Un beso a todos.
Suzy 













 


viernes, 18 de marzo de 2016

ROMA IMPERIAL, 18 de febrero de 2016

El hotel de Roma, como el de Venecia, era de cuatro estrellas y eso amigos míos, se nota. No obstante, no eramos el único grupo de estudiantes, así que los "intercambios culturales" surgieron por doquier. Pero una vez más, todo lo previsible en este tipo de salidas. Después de la intensidad del Vaticano, renovamos baterías para enfrentarnos con ánimo a Roma en todo su esplendor. Roma es la ciudad de las ciudades. Todo empieza y acaba aquí y gracias a Carmen y a nuestra Isa pudimos apreciar toda su grandeza. Aunque  no vamos a ser pretenciosos. Dos días en Roma no dan para nada, pero bueno, por lo menos nos llevamos una idea aproximada de lo grande que es y cuando digo grande no es sólo en tamaño, por supuesto.
Empezamos viendo el Moisés de Miguel Ángel, imponente, que una vez más estaba recién restaurado. Nuestros alumnos no saben la suerte que han tenido en este viaje. Han podido ver las tres grandes obras de Miguel Ángel recién restauradas. Mucha gente ha ido a Italia y se ha tenido que volver sin verlas. Espero que con los años sean capaces de apreciarlo.
 De ahí al Coliseo, que yo debo confesar que era lo que más ilusión me hacía volver a ver. Pero claro, eso era porque no había visto el Foro Republicano...
El Coliseo sigue siendo una de las cosas más impresionantes que yo he visto en mi vida, y yo he dado unas cuantas vueltas... Pensar que tiene la capacidad del estadio Maracaná de Rio te da qué pensar. Tenía que ser un espectáculo ver las luchas de gladiadores en semejante escenario.
Al salir del Coliseo nos fuimos al Foro Republicano y aquí fue cuando casi me da el síndrome de Stendhal por segunda vez. Madre mía, no me lo esperaba. Era como estar en la antigua Roma de verdad. Cerrabas los ojos y podías ver a los senadores pasear con sus túnicas por esas calles. Fue maravilloso. Además el dios del Sol se había aliado con nosotros y hacía un día espectacular. Los chavales disfrutaron bastante paseando por entre las ruinas de los templos y basílicas  haciéndose miles de fotos. 
Llegados a este punto nos despedimos de Carmen hasta la tarde que nos haría una visita panorámica de una hora aproximada desde el autobús de Antonio. Les dimos a los alumnos tiempo libre para comer, no sin antes llevarles a ver la famosísima Fontana di Trevi que estaba esplendida, una vez más, recién restaurada. Eso sí que lo recordaba bien. Recordaba lo sucia que estaba y quedé  gratamente sorprendida de ver cómo la han restaurado. Llevamos a cabo todo el ritual de tirar la moneda y las inevitables fotos. Y por fin nos podíamos relajar un ratito para comer. Después de comer habíamos planeado ver el Panteón de Agripa, de modo que les dijimos  a los alumnos que de verdad quisieran verlo, que nos esperaran en Fontana di Trevi después de comer. Nosotros, siguiendo los buenos consejos de Carmen, comimos en la cervecería más antigua de Roma, esto es, Peroni. Y la verdad, comimos de lujo y muy bien de precio. Los alumnos para entonces ya se manejaban de maravilla en los restaurantes italianos y comieron muy bien por su cuenta, y hasta  les dio tiempo a comprar souvenirs.
El Panteón de Agripa es un templo de planta circular erigido por Adriano entre los años 118 y 125 d. c, que a su vez se construyó sobre las ruinas del templo que Agripa dedicó a todos los dioses (la palabra panteón significa "templo de todos los dioses").  Su estado de conservación es magnífico y sigue despertando la admiración de todo el que lo visita.
Nuestro amigo Stendhal dijo cuando lo visitó:
   "El más bello recuerdo de la antigüedad romana es sin lugar a dudas el Panteón. Este templo ha sufrido tan poco, que aparenta estar igual que en la época de los romanos."
Sólo la cúpula ya es en sí  misma un prodigio de la arquitectura, al estar construida en un solo bloque. O si no las columnas. En fin, un auténtico alucine.
Con el resto de los alumnos teníamos que encontrarnos en Piazza Navona para irnos al restaurante a cenar. Piazza Navona fue otro descubrimiento, pues no la recordaba para nada. La Fuente de los Cuatro Ríos de Bernini, (Fontana dei Quattro Fiumi) que preside la plaza es una maravilla.
Fontana di Trevi tendrá más fama, no sé, será por La Dolce Vita de Fellini, o porque ha salido más en las películas, pero ésta es mucho más bonita. 
Los cuatro ríos son el Nilo, el Gances, el Danubio y el de la Plata.  Una preciosidad, la verdad. Además justo delante de la fuente está la iglesia barroca de Sant' Agnese in Agone construida por Borromini, su eterno rival. Según cuentan, las estatuas de la fuente de Bernini están tapandose la cara para no ver la iglesia de Borromini pues éste le arrebató el proyecto. Ni que decir tiene que la iglesia es la quintaesencia del barroco italiano y que, por supuesto, entramos a visitar mientras que esperábamos a los más rezagados.
Ahora sólo nos quedaba la visita panorámica por la Roma nocturna de la mano de nuestra Carmen. Como los alumnos iban en el autobús disfrutaron mucho más de las jugosas explicaciones de Carmen que cuando tuvieron que seguirla a pie. Fue un auténtico disfrute. Nos enseñó Roma con su inmensa sabiduría y fue toda una experiencia que tardaremos mucho en olvidar. "Voy a repetirlo, fue toda una experiencia".
Gracias Carmen.
Suzy



























CIUDAD DEL VATICANO, 17 de febrero de 2016

Y en esto llegamos al Vaticano. Nuestro chófer, que no se había dado mucha maña en movernos por Florencia, nos llevó hasta las mismas puertas sin inmutarse. Y eso que entrar en Roma es tela.
Teníamos que encontrarnos con nuestra guía "romana" a las 14:00 en las puertas de los Museos Vaticanos, para visitar la Capilla Sixtina, las estancias de Rafael y como no, la Basílica de San Pedro.
Como he dicho la entrada en Roma en coche/autobús es complicada. El tráfico es demencial y aunque Antonio estuvo genial, no llegamos hasta casi menos cuarto. Se nos planteaba el dilema de siempre. Comer antes o después. La visita a los museos y la basílica iba a ser larga, con lo que estaba claro que teníamos que ir comidos. No podemos decir que fue la mejor comida del viaje, porque fue literalmente engullir unas pizzas o algo de pasta y salir pitando. Teníamos las entradas sacadas y hubo un momento de tensión en que creímos que no llegábamos. Pero vamos, lo normal cuando mueves a tanta gente. Y es que dar de comer a 61 personas no se improvisa. Pero en fin, lo conseguimos, ya digo que un pelín estresados, pero ahí estuvimos y ahí conocimos a la gran estrella del viaje. Carmen de la Ossa, nuestra guía en Roma. Un verdadero personaje de Fellini. Federico Fellini era un director de cine italiano, famoso por sus inolvidables personajes, por si algún alumno mío quiere saberlo :)
La explicación que nos dió sobre la Capilla Sixtina no la olvidaremos en la vida.¡¡IMPRESIONANTE!!
El único problema que tenía Carmen es que sabía demasiado y daba por sentado que nuestros alumnos estaban al tanto de todos esos conocimientos. Por supuesto, no todos pudieron "seguirla" y muchos de los chicos desconectaron literalmente el aparatito que nos repartió para que siguieramos sus explicaciones. Pero aquellos que "conectaron" con ella fliparon. Vieron el Vaticano a través de sus ojos y me atrevería a decir que no lo olvidarán facilmente. No obstante, la explicación de la Sixtina y de las estancias de Rafael fue demasiado intensa y se nos hizo un poco larga. El resultado fue que los chavales acabaron un poco hartos de todo esto y eso a los profesores nos dió mucha rabía. Digamos que el primer contacto con Carmen no fue todo lo deseable que hubiéramos querido. Nosotros teníamos pensado hacer la visita de una manera más liviana, sabiendo como sabemos lo que aguantan los chicos. Ella, sin embargo, no supo ver o simplemente no quiso ver esto y se explayó a conciencia. Insisto en que como guía no tiene  parangón, pero hay que distinguir a quién le estás contando qué cosas, porque todo el mundo no está igual de puesto en ciertos temas culturales.
La Capilla Sixtina que está también recién restaurada, sigue siendo una experiencia y así lo vieron los chicos, sobre todo los que aguantaron las explicaciones de Carmen. Yo que la vi la primera vez que fui a Italia en los 80, la recordaba más pequeña y además sin limpiar. Me encantó y además la pude ver bien, me habían dicho que estaba tan masificada que no la iba a poder disfrutar. Está claro que en agosto será imposible, pero desde luego en febrero, sin problemas.
De ahí a las estancias de Rafael, que es lo que nosotros hubieramos hecho de pasada y que Carmen se tomó su tiempo en explicar. Con ésto acabó por desesperar a los chavales. Cuando por fin llegamos a la Basilíca estaban para el arrastre. No obstante, la Basílica es tan imponente que hay que tener muy poca sesibilidad para no emocionarse con algo así. Entre La Piedad de Miguel Ángel, el Baldaquino, el Transparente y la Columnata de Bernini, la gran cúpula, también de Miguel Ángel, o la fachada no sabe uno con qué quedarse. Aunque en palabras de Carmen, el altar mayor no sea más que la tumba de un pescador.
Para cuando salimos ya se había puesto el sol y tuvimos tiempo hasta de ver el cambio de la Guardia Suiza.
Después de la consabida sesión de fotos desde el centro de la plaza dimos por concluida la visita al Vaticano. Nos despedimos de Carmen hasta la mañana siguiente que nos iba a explicar el Coliseo. Nos reencontramos con nuestro chófer en el Palacio de Justicia, después de pasar por el Castillo de Sant' Angelo (antiguo mausoleo de Adriano) donde los alumnos una vez más arrasaran con todas las sudaderas de la Universitá de Roma. Antonio nos llevó al restaurante en que íbamos a cenar las dos noches de Roma. El restaurante Mealtime, al igual que el Fantasia de Florencia, está especializado en grupos y los chavales pudieron por fin inyectarse su dosis diaria de wifi y  saciar sus ansias físicas y virtuales.
Y así concluyó otro día perfecto en este maravilloso viaje. :)
Suzy

















martes, 8 de marzo de 2016

FLORENCIA, 16 de febrero de 2016

El lunes 15 salimos de Venecia lloviendo y cuatro horas de autobús  después llegamos a Florencia, mojados, cansados y hambrientos. Se suponía que nuestro chófer napolitano, Antonio, sabía dónde estaba el restaurante en que nos esperaban a cenar. Sin embargo, no supo explicarnos muy bien cómo llegar hasta el mismo y acabamos dando un rodeo de lo más tonto. Para entonces los ánimos estaban un pelín tensos y la climatología no ayudaba precisamente. Cómo nos verían de perdidos, que una señora desde una ventana se apiadó de nosotros y buscó (supongo que en Internet) la calle dónde estaba el restaurante y cómo ir. Este punto fue de lo más "almodovoriano", y la verdad, nos animó un poco, el caso es que en seguida dimos con el sitio. El restaurante Fantasía está especializado en viajes de estudios y rápidamente nos solucionaron el problema de la intendencia para saciar a nuestros famélicos adolescentes. Con el estómago lleno todo se ve de otra manera, de modo que la vuelta al autobús fue un paseo de lo más agradable, a pesar del frío. Por cierto que al llegar al autobús nos dimos cuenta de que si hubiéramos torcido a la derecha en lugar de a la izquierda, habríamos llegado en 5 minutos al restaurante y nos habríamos evitado la odisea  pero, en fin, cosas que pasan.
La llegada al hotel fue como un jarro de agua fría y nunca mejor dicho (volvía a llover a cántaros), pues el hotel dejaba mucho que desear en comparación al de Treviso. Nuestro chófer adoptó a Antonio Noguera como ayudante para bajar las maletas y debo decir que ya no lo "relevó del cargo". Cada vez que cambiábamos de hotel contaba con él para meterlo en el maletero como si de un contorsionista se tratara.
Nuestros alumnos aceptaron el bajón en la calidad del alojamiento como espartanos, vamos, apenas se quejaron, jaja.
A la mañana siguiente y después de una nochecita muy tranquila (léase el sarcasmo entre lineas), desayunamos contra reloj para llegar a tiempo al punto de encuentro con nuestra guía, Paola.
Nos tenía que hacer un recorrido por lo más representativo de Florencia incluyendo la visita a La Academia y  a Santa María de las Flores. Afortunadamente el día amaneció frío pero sin lluvia, de modo que pudimos disfrutar la visita. Paola era muy maja y se explicaba de maravilla. Decir  Florencia es decir Renacimiento, es hablar del  Quatroccento, de Lorenzo Medici, de Brunelleschi, de Miguel Ángel... pero también es hablar del Giotto, de Boticcelli, de Filipo Lippi, y de Boccaccio o de Dante.
Es hablar de escultura, pintura, arquitectura. Es cultura con mayúsculas y cuando empiezas a pasear por sus calles y a ver sus plazas entiendes que a Stendhal le pasara lo que le pasó.
      En 1817, el autor francés Stendhal al salir de la Santa Croce y después de ver los frescos de su interior escribió: "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados...me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme". El autor sufrió una "sobredosis" por su exposición a la belleza y las maravillas artísticas de Florencia, que desde entonces se conoce universalmente como Síndrome de Stendhal .
Y me atrevería a decir que nuestros alumnos sintieron un poco del síndrome cuando al volver una esquina se toparon con el espectáculo de Santa María de las Flores. O cuando vieron el interior de su cúpula de 45 metros de diámetro y 100 metros de altura diseñada por Brunelleschi, con los frescos del Juicio Final pintados por Vasari y junto a ella el campanario proyectado por Giotto. También tuvieron que sentir algo parecido al ver el Baptisterio con la Puerta del Paraíso, esa obra maestra de la orfebrería realizada por Ghiberti  recién restaurada. Y así fuimos subiendo de intensidad en esa sobredosis, pasando por la Piazza della Signoria con su fuente de Neptuno; con el Perseo con la cabeza de Medusa de Cellini; con el Palazzo Vecchio y  las réplicas del David; con el Puente Vecchio sobre el  río Arno y alcanzando su punto álgido en  La Academia al encontrarnos con el David de Miguel Ángel  y sufrir casi una parada cardíaca al contemplar tanta belleza.
Estaba claro que teníamos que reponer fuerzas después de tanta emoción,  para entonces ya habíamos recorrido un montón de pasos según la aplicación del móvil de Cristian Jureschi. 24.000 pasos para ser exactos, jajaja,  así que dejamos la visita a la Galería de los Ufizzi para después de comer.
Una vez más dejamos a los alumnos tiempo libre para que comieran tranquilos y a los que de verdad les quedaran ganas para seguir viendo maravillas los citamos en la puerta de los Ufizzi a una hora en que pensamos que no habría cola. La entrada para los estudiantes al igual que en la Academia es gratuita.  Para entonces ya nos habíamos despedido de Paola que, como dije al principio, nos explicó con todo lujo de detalles toda la hermosura que hay en esa ciudad.
Después de comer y de hacernos un homenaje en una heladería de lo más coqueta que hay justo enfrente de Santa María de las Flores (a pesar del frío intenso), nos dispusimos a ver los Ufizzi. La Galería de los Ufizzi no se puede ver de una vez, como todas las grandes. Es imposible ver la National Gallery de Londres en una tarde o el Reina Sofía o el Thyssen. Pero se puede uno hacer una idea generalizada y centrarse en unos cuadros determinados o en unas salas específicas y disfrutar así de manera igualmente intensa. La estrella indiscutible de la galería es El Nacimiento de Venus de Botticelli, que para mi gusto está sobrevalorado, prefiero mil veces La Primavera, pero eso es algo muy personal. Pero por supuesto en los Ufizzi se pueden ver muchas más cosas, desde La Anunciación de da Vinci hasta el Baco de Caravaggio. Desde luego al que le guste la pintura disfrutará paseando por sus salas. Hubo un grupo de alumnos insaciables de sabiduría que nos acompañaron en esta visita, ya sin guía y solo para amantes de la pintura. Desde la terraza de la galería disfrutamos de unas vistas espectaculares del atardecer florentino con la cúpula del duomo de Santa María a lo lejos.
Mientras tanto nuestros alumnos tuvieron tiempo de ir al Mercado de la Paja para comprar souvenirs o de visitar el Puente Vecchio y ver todas las joyerías. A la hora convenida volvimos a recogerlos para ir al restaurante Fantasía, el mismo de la primera noche. Y de ahí de nuevo al hotel, aunque esta vez nuestro chófer no pudo recogernos, pues el tema de los autobuses por el centro de Florencia es complicado, ya que no los dejan pasar. Nuestros alumnos recibieron la noticia con mucho agrado pues apenas estaban cansados, jaja.
Digamos que esa noche dormimos (bueno, los que dormimos) todos siendo un  poco más sabios y más felices después de haber visto con nuestros propios ojos todo lo que es capaz de hacer el hombre cuando decide crear algo bello.
Suzy