viernes, 30 de agosto de 2019

NEW YORK CHRONICLES II


Martes 2 de julio de 2019

Como he dicho, la primera mañana estábamos muy despistadas, pero a pesar de eso conseguimos ver bastante. Manhattan se divide en cuatro grandes zonas (Uptown, Upper sides, Midtown y Downtown). Nosotras nos alojábamos en Midtown, que sería como la Puerta del sol de Madrid o Picadilly Circus en Londres, vamos, en todo el mogollón.
Así que esa mañana nos lanzamos a ver todo lo que teníamos por la zona, como la Biblioteca Pública (New York Public Library) que nos pillaba relativamente cerca y Bryant Park que está justo a la espalda de la misma. Bryant Park es un oasis en ese maremágnum que es la 5ª Avenida a la altura de las calles 40 y 42. 
Otro objetivo cercano era el Rockefeller Center, que también lo teníamos al lado, a donde fuimos a recoger las entradas para subir al día siguiente al Top of the Rock (el mirador que se encuentra en la 70ª planta del famoso rascacielos).
También tuvimos tiempo de ver la Estación Central (Grand Central Terminal) que hemos visto en cientos de películas y que es una maravilla y está al lado del emblemático edificio Chrysler.
La Biblioteca Pública, que también sale en otro mogollón de pelis (‘Desayuno con Diamantes,’ ‘Cazafantasmas,’ o ‘John Wick’ por nombrar algunas) merece la pena por eso y por sí misma. Y Bryant Park, ese remanso de paz y buen rollo, también lo hemos visto en ‘Misterioso Asesinato en Manhattan’ de Woody Allen.
Después de ver todo esto volvimos a descansar un poco al hotel para organizarnos la tarde y recuperar fuerzas.
La primera parada fue a un pub irlandés que nos pillaba al lado, The Stagecoach Tavern. El sitio no puede ser más auténtico y como bonus extra estaba jugando EEUU contra Inglaterra en el Mundial de fútbol femenino. El ambiente era alucinante, y encima iban ganando las yankees, jeje. Deboramos nuestras primeras hamburguesas con pepinillos del tamaño de calabacines entre otras exageraciones y ya una vez repuestas nos dirigimos a explorar Central Park. Tengo que mencionar que nuestro hotel estaba en la 7ª Avenida entre las calles 50 y 51 y teníamos Central Park a sólo 8 calles al norte, vamos, al lado, y Times Square a unas 6 calles hacia el sur, o sea que estábamos muy bien situadas. Muy céntrico, sí, pero con lo que eso lleva consigo, aunque si es la primera vez que vas, está genial tener todos los reclamos turísticos a tiro de piedra.
Central Park es tan grande que necesitas un plano aparte para ver por dónde andas. Es tal y como lo habíamos imaginado a fuerza de verlo en infinidad de películas. Gente andando, corriendo, en bici, tomando el sol, leyendo, jugando a voley playa, al ajedrez, paseando al perro, paseando en calesa, tocando el saxo, la guitarra, el violín…cantando, haciendo breakdance o cómo se llame ahora….todo lo que te puedas imaginar y más. Como es tan grande en ningún momento te agobias, como mucho te puede dar el agobio porque te pierdas, porque es como un bosque. Una maravilla de 341 hectáreas que se diseñó en 1858 y se tardaron 16 años en construir para crear colinas, prados, estanques, plantar más 500.000 árboles y construir los más de 30 puentes y arcos que contiene. Que se dice pronto.
Nos llevó todo el resto de la tarde ver sólo un tercio, en concreto Strawberry Fields, que es la zona que patrocinó Yoko Ono en honor a John Lennon; Bethesda Terrace, que la recordaréis por su fuente y ha salido por ejemplo en la peli de George Clooney y Michelle Pfeiffer, ‘Un Día Inolvidable’, y donde vimos a un negro tocando la guitarra y cantando maravillosamente; o Wollman Rink, que en invierno es una pista de patinaje sobre hielo pero ahora está llena de norias y otras atracciones de feria y hemos visto en clásicos como ‘Love Story’ o más recientemente en ‘Serendipity’. Una auténtica gozada. Después de hacer doscientas mil fotos fuimos hacia el oeste, a Central Park West, en concreto a la 8ª Avenida, porque íbamos buscando el edificio Dakota que está en la esquina con la calle 72. Tristemente famoso por el asesinato de Lennon y por la película de Polanski, ‘La Semilla del Diablo’, el edificio sigue siendo precioso y merece la pena verlo.
Si hubiéramos seguido hacia el norte habríamos acabado en el Upper West Side, que no es tan pijo como el Upper East Side pero ya se nota el nivel en las calles tranquilas con casas mucho más caras y más chulas. Central Park queda justo en medio de estos dos barrios. El apartamento de Holly Golightly, la entrañable protagonista de ‘Desayuno con Diamantes’ estaba por supuesto, en el Upper East, más concretamente en el número 169 de la calle 71, y la protagonista de ‘Sexo en NY’, Carrie, también vivía en esta zona, dos calles más arriba para ser exactos, en el 245 de la 73, aunque los exteriores de su apartamento se rodaron en realidad en una preciosa calle arbolada del West Village, que se ha convertido en un lugar de peregrinaje tan deseado, que los vecinos han tenido que poner una cadena con el letrero de “No Pasar”.
Ni que decir tiene que no vimos ninguno de los dos. En su lugar empezamos a bajar por Columbus Avenue (esto es, la Avenida de Colón) buscando el Lincoln Center, que está
entre las calles 62 y 66 y que es un gigantesco complejo que alberga la Metropolitan Opera, el NYC Ballet, la NY Philarmonic, los teatros Vivian Beaumont y Walter Reade así como salas de conciertos y la Julliard School. Ahí es nada y que también hemos visto en películas como ‘Cisne Negro’. Para cuando lo encontramos nos había caído un chaparrón, que vino muy bien para que se refrescara el ambiente y nos moríamos de hambre. Otra de las guías que seguí a pies juntillas era el libro de Elvira Lindo, ‘Lugares que no quiero compartir con nadie’ y en él menciona que le encanta ir a comer a un restaurante que está justo enfrente del Lincoln Center, el PJ Clarke’s. Y dicho y hecho. El sitio tiene carácter, otra taberna pero esta vez al viejo estilo con máquina de discos y todo, una jukebox para meter un cuarto de dólar y poner alguno de los grandes clásicos de la música americana mientras esperas que te sirvan una de las mejores hamburguesas de la ciudad o un súper sándwich de pollo y de postre la mejor tarta de queso de Nueva York, o eso al menos es lo que dice la publicidad del local.
Totalmente saciadas, con los pies mojados y bastante cansadas cogemos un taxi y derechitas a dormir después de un primer día agotador pero muy muy satisfactorio.
Suzy
























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