Domingo
7 de julio de 2019
Nuestro
último día en la Gran Manzana. Al ser domingo habíamos pensado en
subir a Harlem a ver una misa góspel en cualquiera de las iglesias
que dejan entrar a los turistas curiosos. Pero además de tener que
hacer lo normal para dejar el hotel, había que estar a las 5
preparadas para que nos recogieran y nos llevaran al aeropuerto y
Harlem se merecía, se merece de hecho, mucho más que ir a oír misa
y volver. Lo suyo hubiera sido pasar el día explorándolo, además
estábamos un poco hartas de metro y realmente nos apetecía pasar el
día en Central Park al que le habíamos dedicado poco tiempo. Así
que después de nuestro último desayuno en el Deli de la calle 48
dejamos las maletas en consigna en el hotel y pagamos la cuenta.
Hablando de la cuenta, Nueva York tiene una tasa turística (tourist
resort fee). Eso quiere decir que por estar en la ciudad alojado en
un hotel tienes que pagar, aparte de lo que valga la habitación,
unos 50 dólares por noche, o sea que una semana son unos 200 y pico
dólares. Esto hay agencias de viaje que ya te lo meten en el precio
total, o no. A nosotras nos lo advirtieron, menos mal, pero no al
hacer la reserva, sino al ir a recoger las tarjetas de embarque y la
verdad, te llevas un palo.
En fin, una vez arregladas las cuentas,
hacemos acopio de víveres porque la tarde-noche en el aeropuerto va
a ser larga. Pero ahora vamos a aprovechar las horas que nos quedan
en ese maravilloso oasis que es Central Park. El parque es tan
grande que tiene hasta ¡¡un zoo!! claro, el zoo de ‘Madagascar’, la
película de animación. Pues a buscarlo y mientras que lo vamos
buscando nos vamos encontrando con infinidad de artistas callejeros.
Siendo domingo por la mañana hay muchos más, al igual que mucha más
gente en general, pero como es tan grande en ningún momento te
agobias. Por supuesto, no vamos a entrar al zoo, vemos cómo es por
fuera con su reloj y todo tal cual sale en la peli y con eso nos
vale.
Seguimos
paseando y al llegar a la fuente de Bethesda
Terrace
nos encontramos con un grupo de negros cantando a capela
maravillosamente clásicos de la Motown y de nuevo nos quedamos a
disfrutar del espectáculo. Pero es que nada más pasar los
soportales que hay antes de llegar a la fuente nos tropezamos con
otro grupo de negros montando un pedazo de espectáculo mitad parkour
mitad número circense, a la vez que bailaban breakdance o cómo se
llame ahora. Con unas piruetas alucinantes y con una frescura y un
buen rollo que tenían a todo el público hipnotizado. Divertido no,
divertidísimo, nos reímos muchísimo y estuvimos aguantando a pleno
sol más de media hora y eso que a esa hora ya estaba cayendo fuego,
pero es que no podíamos irnos, eran la caña.
A pique de una
insolación empezamos el regreso a casa no sin antes pasar por el
Great Lawn, algo así como el gran césped, que tiene una extensión
de 5 hectáreas y en verano además de servir de escenario para
conciertos gratuitos de la New York Philarmonic y de la Metropolitan
Opera House es el lugar preferido por los neoyorquinos para irse de
picnic y tomar el sol. Es enorme y precioso. Con el calor que hacía
desde luego donde mejor se estaba era en el parque.
Pero el tiempo vuela y hay que
volver para comer algo antes de que nos lleven al aeropuerto. Bajamos la
6ª Avenida y al llegar casi a la altura del hotel, bingo, otro pub
irlandés en la 7ª del que no nos habíamos percatado. Rosie
O’Grady’s,
perfecto para tomarnos nuestra última hamburguesa.
Y completamente
agotaditas al hotel a esperar el transfer al aeropuerto. Nuestro
avión no sale hasta las 22:00 pero hay que salir de Manhattan con su
tráfico infernal y además hay que recoger a otros viajeros en un
par de hoteles.
En
fin, todo lo bueno se acaba, y este viaje ha sido muy bueno. Un sueño
hecho realidad que ha superado con creces todas mis expectativas. Si
me tengo que quedar con algo, me quedo con la gente. Los neoyorquinos
son la gente más enrollada que he visto en mi vida y he viajado lo
mío. Nueva York es la ciudad de las ciudades, con permiso de Roma,
claro.
Un
icono en sí misma, es preciosa, es tan bonita que la nombraron dos
veces, New York, New York; aunque eso es en realidad por ser la
capital del estado con el mismo nombre. Aunque también puede ser un
sitio muy duro para vivir, sobre todo si no tienes dinero. En fin, es
todo eso y más y si no habéis ido todavía ya tardáis ;)
Suzy
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